El desastre cuida de todo


Pre-escrito, pre-página, cuaderno borrador, croquis, lugar para la catástrofe, así queremos comenzar este blog. Espacio previo a la escritura, espacio reservado a la catástrofe que implica toda escritura antes de su gestación. También una catástrofe de autores, cualquiera escribe en el croquis. Catástrofe previa a la creación de un concepto, el diagrama como oposición a lo perverso de la representación. No estamos apurados porque sabemos que "el desastre cuida de todo" (Blanchot).


“No una imagen justa, sino justo una imagen” (Godard)

Dos fragmentos fundamentales para pensar la diferencia.

...habría que ir haciéndose a la idea de que las cosas más terribles y cruentas entre los hombres pueden carecer totalmente de profundidad, venir de las circunstancias más banales, ser pura mímesis superficial de estereotipos más o menos difundidos, de modelos prestigiosos hábilmente publicitados y fácilmente accesibles a la imitación. Allí donde uno es, por lo indeterminado de la situación, cualquiera, o mejor un cualquiera entre cualquieras, siempre se halla abocado a ser, de alguna forma, otro, incluso respecto de sí mismo, y se halla abierto a encarnar a cualquier otro que no precisa más realidad que la imagen, gesto o actitud, connotaciones de una apariencia imaginaria, simple fantasma de personalidad inmediatamente accesible a cualquier impulso imitativo, surgido del afán lúdico de determinar el propio "cualquiera" con cualquier cualquiera mínimamente definido.

Rafael Sanchez Ferlosio. El alma y la vergüenza. Ed. Destino. (Artículo de igual nombre).

Nada es más triste que la risa: nada más hermoso, magnífico, estimulante, y enriquecedor, que el terror de la desesperación profunda. Creo que cada hombre mientras vive, es prisionero de este miedo terrible, en el cual toda prosperidad está condenada a fracasar, pero que guarda, incluso en su abismo más profundo, esa libertad esperanzadora que le permite sonreír en situaciones aparentemente desesperadas. Por eso la intención de los autenticos escritores de comedia- es decir, los más profundos y honestos- no es de ningún modo divertirnos únicamente, sino abrir desgarradoramente nuestras cicatrices más dolorosas para que las sintamos con más fuerza.

Fellini

La noche de la desdicha. Simone Weil.

(Parafraseamos el texto de Jorge Medina: "Sufrimiento y acción. Las críticas de Levinas a Weil.)

¿Qué es la desdicha para Simone Weil?. Desarraigo de la vida, sufrimiento hasta la fractura y la humillación. La noche de la desdicha: aparición del "todo ha desaparecido" Se trata de la subida del fondo de la noche a la superficie, éxtasis del sinsentido (la subida del fondo a la superficie es lo que Deleuze llama la línea abstracta). El elemento fundamental de la desdicha para Weil es que el desdichado no sabe por qué sufre, ha olvidado las causas de la persecución. Nos recuerda lo que narra Foucault de los hombres infames, hombres que han sido sacados de su oscuridad porque algún mecanismo del poder se ha interesado por ellos. Dos son los ejemplos que coloca en su texto y pasamos a reproducir:


Mathurin Milán, ingresó en el Hospital de Charenton el 31 de agosto de 1707: "Su locura consistió siempre en ocultarse de su familia, en llevar una vida oscura en el campo, tener pleitos, prestar con usura y a fondo perdido, en pasear su pobre mente por rutas desconocidas, y en creerse capaz de ocupar los mejores empleos".
Jean Antoine Touzard ingresó en el castillo de Bicétre el 21 de abril de 1701: "Apóstata recoleto, sedicioso, capaz de los mayores crímenes, sodomita y ateo hasta la saciedad; es un verdadero monstruo de abominación que es preferible que reviente a que quede libre"

Creemos que son dos buenos ejemplos de vidas infames sacadas a la luz por el poder pero también de vidas desdichadas que buscan lo oscuro en el campo. Esta referencia a lo oscuro vuelve a llevarnos al tema de la noche, tema por excelencia de la mística, también recordamos que el tema lo hemos tratado en otra entrada de este blog cuando escribimos sobre la novela de Djuna Barnes ("El bosque de la noche" ), la entrada se llama "Vigilante, ¿qué me dices de la noche?".

Claro, hasta aquí todo bien, pero de pronto aparece en Weil un término que nos sorprende: la obediencia. Nos parece que hay que ser cautelosos para no caer en el recurso fácil de un moralismo cristiano que pide la obediencia a Dios y la humildad, etc. Preferimos una lectura distinta de la cuestión y que sigue la línea que vamos exponiendo en las últimas entradas del blog: el masoquismo primordial (Freud) Creemos que el pensamiento de Weil no debería ser leído simplemente como un pensamiento cristiano, moral, sino más bien plantea un masoquismo sin Masoch sin la escena masoquista sino más bien un masoquismo revolucionario. La "obediencia" de Weil debe más bien ser pensada como frialdad, crueldad, que como moral. Eso permitiría entender uno de los aspectos más criticados de su obra, o uno de los menos entendidos. Pero pasemos a mostrar qué dice Weil de la "obediencia".

La obediencia de la materia

Según Weil la desdicha la ha querido Dios. Pero Weil no se rebela contra Dios (solución neurótica) sino que de manera sorprendente mira a la materia, a la obediencia de la materia y dice: "Por su perfecta obediencia, la materia merece ser amada por los que aman al Señor de la materia..." Y a partir de aquí desarrolla un pensamiento que nosotros tendremos que poner en relación al amor fati nietzschano y el pensamiento del eterno retorno (porque al fin y al cabo el planteamiento del masoquismo primordial nos va acercando sin esperarlo a la tercera síntesis del tiempo de Deleuze pero también al eterno retorno de Nietzsche...):

“Es esa obediencia perfecta lo que constituye su belleza” afirma Weil (PD, p. 69). El hombre, al igual que el resto de las creaturas, no puede dejar de obedecer. Esta tesis, propuesta ya en el judaísmo por Spinoza, y en los antiguos por los estoicos, constituye un punto nodal en la tesis weiliana: “La única opción que como criatura inteligente y libre se le ofrece al hombre es desear la obediencia o no desearla. Si no la desea, obedece en cualquier caso, perpetuamente, en tanto que está sometido a la necesidad mecánica” (PD, p. 69). Desear la necesidad consistiría en el sí nupcial que ofrece la creatura al Creador; un sí nupcial que implica forzosamente un “no” a sí mismo y a los deseos propios para ser transparentes al designio que viene de lo Alto.

Vemos cómo se acercan Deleuze, el amor fati de Nietzsche, los estoicos, el masoquismo primordial de Freud, y un sector de la mística judía y cristiana alrededor de una cuestión que tal vez sea la más difícil de tolerar para los hombres y que nosotros hasta ahora hemos nombrado como instinto de muerte. Weil nos hace entrar en ese territorio por la vía de "la materia".

Para Weil se trataría de la renuncia a uno mismo y dice: "solo para este consentimiento hemos sido creados". Y el único fin de la desdicha sería conseguir este renunciamiento.
La noche de la desdicha
(Morandi)






3 comentarios:

  1. Curioso: una renuncia al sentimiento trocándolo en con-sentimiento. Esta mujer, creo que se murió de hambre por no aceptar comer mientras otros pasaran necesidad: una renuncia al sí mismo manteniendo la creencia en el Otro [¿no hay un Amo tras la obediencia?]

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  2. La obediencia de la que habla Weils no sería una obediencia al Otro sino un quiebro o "quiebra del azul", de la ley y eso sólo puede ser humor o arte. Como señala el texto "el desdichado no sabe pq sufre, ha olvidado las causas de la persecución" ahí ya no existiria un sujeto, sino encarnación del sufrimiento que se ha desprendido de la causa (el Otro), lo que importa ahí es que se han olvidado las causas de la persecución (los sujetos), solo nos quedan los predicados, algo que nos recuerda lo que Lacan decía de que la causa siempre está coja.Ya no hay perseguidos, ni persecutores, la vida se ha encarnado produciendo un gesto humorístico: la misma amenaza que como perseguido o persecutor viene desde el punto de vista del Padre (mandato simbólico, el Otro) y que tiene la función de prohibir, es decir, de castigar, gracias a la obediciencia, que sería el frio del masoquista (y por tanto asociado a lo de Weil el sufrimiento, en tanto que el masoquista suspende el placer), hace de ese mandato simbolico una caricatura al llevarlo hasta sus últimas consecuencias, suprime la imagan de padre, lo heredado,humillandola, para crear una nueva imagen, para hacer que algo nuevo nazca: el pensamiento. Lo que tenemos más bien es un padre esclavizado. La materia que ama Weil es la de Morandi: cuando los contornos de sus objetos se desdibujan y el sujeto que ve el cuadro ya no sabe si los tarros estan delante o detrás, son las cosas que se ríen, caricatura dónde se ha producido un segundo nacimiento en el que padre ya no ocupa ningún papel.

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  3. Hablando del humor en la güey (Weil), es cierto que es dificil descubrirlo, igual pasa con Kafka o con Masoch. Recordaba algo que me hizo reír mucho. Se trata de una novela de Bataille que se llama "El cielo azul". Novela que quiso olvidar pero los amigos le animaron a publicar. Bataille conoció a la güey y por eso la noveló colocándole como personaje principal de su novela. La describe como una mujer esmirriada, sucia, mística, y sobre todo sin ningún erotismo. El personaje varón le cuenta que es impotente con su mujer pero no con otras mujeres y que piensa resolverlo de una manera que él ha pensado que podría dar resultado: que su mujer haga como que está muerta; piensa que si la ve muerta su erotismo aflorará. Mientras le cuenta estas cosas a la güey que está alucindad él empieza a sentir algo por la güey, algo que no puede definir pero que no puede pasar sin ella. La verdad es que si uno sabe que ese personaje es la güey entonces te partes de risa. Bueno, por recuperar algo del humor en la güey, o por lo menos alguien lo vio de manera humorística.

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