El desastre cuida de todo


Pre-escrito, pre-página, cuaderno borrador, croquis, lugar para la catástrofe, así queremos comenzar este blog. Espacio previo a la escritura, espacio reservado a la catástrofe que implica toda escritura antes de su gestación. También una catástrofe de autores, cualquiera escribe en el croquis. Catástrofe previa a la creación de un concepto, el diagrama como oposición a lo perverso de la representación. No estamos apurados porque sabemos que "el desastre cuida de todo" (Blanchot).


“No una imagen justa, sino justo una imagen” (Godard)

Dos fragmentos fundamentales para pensar la diferencia.

...habría que ir haciéndose a la idea de que las cosas más terribles y cruentas entre los hombres pueden carecer totalmente de profundidad, venir de las circunstancias más banales, ser pura mímesis superficial de estereotipos más o menos difundidos, de modelos prestigiosos hábilmente publicitados y fácilmente accesibles a la imitación. Allí donde uno es, por lo indeterminado de la situación, cualquiera, o mejor un cualquiera entre cualquieras, siempre se halla abocado a ser, de alguna forma, otro, incluso respecto de sí mismo, y se halla abierto a encarnar a cualquier otro que no precisa más realidad que la imagen, gesto o actitud, connotaciones de una apariencia imaginaria, simple fantasma de personalidad inmediatamente accesible a cualquier impulso imitativo, surgido del afán lúdico de determinar el propio "cualquiera" con cualquier cualquiera mínimamente definido.

Rafael Sanchez Ferlosio. El alma y la vergüenza. Ed. Destino. (Artículo de igual nombre).

Nada es más triste que la risa: nada más hermoso, magnífico, estimulante, y enriquecedor, que el terror de la desesperación profunda. Creo que cada hombre mientras vive, es prisionero de este miedo terrible, en el cual toda prosperidad está condenada a fracasar, pero que guarda, incluso en su abismo más profundo, esa libertad esperanzadora que le permite sonreír en situaciones aparentemente desesperadas. Por eso la intención de los autenticos escritores de comedia- es decir, los más profundos y honestos- no es de ningún modo divertirnos únicamente, sino abrir desgarradoramente nuestras cicatrices más dolorosas para que las sintamos con más fuerza.

Fellini

"Imágenes-instinto de muerte" versus "Imágenes-desdicha".

Hasta ahora hemos manejado dos tipos de imágenes que al comienzo se confundían y ahora empezamos a diferenciar: 1. Imagen-instinto de muerte. 2. Imagen-desdicha.

La primera está compuesta de fuerzas activas que se componen y establecen una escena a partir del frío o la desexualización que es su maquínica humorística (masoquismo). Se establecen relaciones (composiciones) nuevas que emergen como la crueldad. Para construir esta imagen hemos utilizado la teoría kantiana de las ideas transcendentales.

La segunda está compuesta de fuerzas pasivas que se descomponen y establecen una falsa escena de la identidad en donde un amo-impostor da cobertura ideológica a las fuerzas pasivas, al resentimiento. La desdicha es la imagen del resentimiento, de las fuerzas negativas que buscan la destrucción, el nihilismo, la nada como apoteosis.

Ambas imágenes suelen confundirse (en ambas se trata de las fuerzas, pero en un caso positivas/constructivas y en el otro negativas/destructivas; y lo que hace que sean positivas o negativas es que se compongan con otras fuerzas o que se descompongan de otras fuerzas) y el amo-impostor aprovecha la confusión para denunciar las fuerzas positivas como malvadas y perversas y así negativizar las fuerzas y llevarlas hacia   la desdicha (por resentimiento o sea por debilidad, por falta de potencia).

Ya Kant hablaba de las ilusiones transcendentales como un error que siempre se presenta pero que había que saber diferenciar. Diferenciar lo transcendental de lo transcendente.


Dicho en términos spinozistas las imágenes-pulsión son imágenes alegres y las imágenes-desdicha son imágenes que comportan afectos tristes.

Ahora podemos diferenciar tipos de imágenes: Resnais nos trae al igual que M. Duras imágenes-desdicha. En 8 1/2 Fellini nos da una portentosa imágen-instinto de muerte (el andamiaje para el cohete que se hace pista de circo). También Renoire en La Bestia Humana nos muestra una imagen-instinto de muerte en la locomotora. En el caso de La Dolce Vita Fellini nos da, sin embargo, una imagen-desdicha.

Nos damos cuenta de que para S. Weil no siempre quedó clara la diferencia y finalmente llegó a sucumbir a la imagen-desdicha. Al contrario, Bousquet partió de una imagen-desdicha y alcanzó la apoteosis de una imagen-instinto de muerte. Bousquet supo hacer algo que Weil no logró y es lo que en otras entradas (por ejemplo: "Joë Bousquet, a la sombra de una realidad digna de la luz"; o también en "La línea abstracta: la Inmaculada concepción".) hemos llamado la contraefectuación, hacer el pasaje de una imagen-desdicha a una imagen-instinto de muerte.

(Ver entrada de la pinacoteca de este blog: Fellini, la desexualización.)

Fellini. La noche de la desdicha III: La dolce vita.

Hay un tema que venimos arrastrando desde hace tiempo y que no termina de aclararse. Se trata de encontrar la diferencia entre la violencia y la destrucción. Entre las fuerzas de las que está hecha la vida y la desdicha de la agresividad cotidiana. Las fuerzas son creativas (aunque para ello necesiten destruir cosas que no dejan vivir) mientras que la agresividad es destructiva o sea deshace todo hasta el punto cero de la vida. Para vivir es necesaria la violencia (las fuerzas del pensamiento), para que la cosificación o la identidad o la petrificación de las fuerzas no nos ahogue.

Hoy día el problema se plantea de otra manera, en la era postmoderna la violencia desaparece dejando lugar a un mundo muelle sin violencia, un mundo para los débiles con identidades así mismo débiles, mundo de pequeñas diferencias (insignias, tatuajes, pircing...) que organizan identidades débiles y que giran alrededor de un pensamiento débil (clichés, repeticiones mecánicas de fragmentos sacados de libros de autoayuda, consejos periodísticos...). Se trata en todos los casos de erradicar las fuerzas, erradicar la violencia, y el resultado son cuerpos que al menor roce se sienten ultrajados, sienten haber sido dañados salvajemente, no se soporta una mirada que inmediatamente se vuelve persecutoria. Cada uno intenta sostener una imagen cliché de pequeñas diferencias, una imagen sin la  violencia de las fuerzas de la vida, pero deja inermes a los sujetos y entregados a sufrir "ataques" por parte de los otros que consisten en que me ha mirado o me ha hablado un poco alto, o simplemente me da miedo su expresión.  Un mundo débil que solo puede tomar como valores aptos para la vida cosas como la comodidad, el confort,  la rapidez, lo barato, lo gratuito (¡compre! es "gratis"), las cosas que no requieran gran esfuerzo, y aún así siempre cansados, siempre absortos en pensamientos obsesivos que se repiten inútilmente en  la cabeza hasta volverse insoportable tener esos pensamientos. Ligeros pero cada vez más incapacitados para realizar ninguna tarea, ya no apetece moverse, caminar es muy cansado, leer es muy pesado, la música distrae, se vive en un estado de cotidianidad soporífera en donde lo único que se desea en no tener ningún encuentro, no tener más cosas que hacer, ya son muchas, a la vez que cada vez se hace menos o lo que se hace es de una inutilidad total.
Estos sujetos se sienten enfermos, envejecidos, aún jóvenes piensan constantemente en su jubilación, en dejar de trabajar, en no tener nada que hacer. Jóvenes sienten que lo mejor es no tener nada que hacer. Pero aún así la sensación es de que cada vez se sienten más agobiados, perseguidos, mirados, empujados, atropellados, y acaban diciendo que tienen "stress" o angustia o depresión  y que entonces lo mejor sería que les dieran una baja en el trabajo y no tener que salir ni hacer nada.

El olvido de las fuerzas, de la violencia, ha dado lugar a un mundo vivido cada vez más violento, se ve llegar la destrucción, la enfermedad incapacitante (pero no la enfermedad antigüa sino enfermedades nuevas como el stress, la angustia, la depresión, las mialgias de todo tipo, dolores inespecíficos que inundan los cuerpos, sentimientos de persecución; en lo amoroso todo es igualmente doloroso, los celos, el olvido, el acercamiento, todo es vivido como un daño horroroso). Ya no nos puede pasar nada, todo nos hace daño, todo es destructivo porque todo es blando, sin fuerzas.

En este sentido se vuelve urgente el encontrar los signos de la vida, las fuerzas, no dejarse engañar por los que leen a los que tienen fuerza como personajes agresivos. De ahí que hayamos puesto en la entrada anterior frases como: "Se trata de mostrar que el razonamiento mismo es una violencia, que está del lado de los violentos con todo su rigor, toda su serenidad, toda su calma".

El pensamiento es violencia (frío), es encuentro de fuerzas (crueldad), es la vida con toda su potencia y a eso el psicoanálisis lo llama "instinto de muerte". Lo débil da la impresión de que va a resolver esa "molestia" de la violencia pero es lo débil lo que trae otra violencia esta vez altamente destructiva, todo se vuelve destructor, una mirada aunque sea de ternura se vive como una afrenta horrible que pide el enfrentamiento más brutal, en realidad cuando no hay fuerzas en juego lo que queda es la cobardía y eso es muy peligroso, quedan los tontos (tontos porque han perdido las fuerzas del pensamiento, las fuerzas que hacen pensar) que cada vez se sienten más acosados, cuando no están las fuerzas en juego, cuando no hay violencia de las fuerzas de la vida quedan los menos inteligentes que a su vez son los más cobardes, y esos... esos si que son verdaderamente peligrosos, esos matan porque les rozaron el coche o porque la mujer tiró las migas del mantel al suelo... esos mejor no encontrárselos, esa gente cómoda, simpática, cotidiana...

Este mundo muelle es nuestra nueva noche de la desdicha.

Claro, hoy día con esos personajes débiles cohabitan otros también débiles pero que utilizan un lenguaje de las fuerzas, traducen el discurso débil a un texto épico, grandioso, el discurso de la identidad que sirve de cobertura ideológica a los débiles, les provee de argumentos para continúen en su vida cómoda. Estos personajes habitualmente se les llama los amos, pero no son amos de nada, simplemente se sitúan en la impostura; no es lo mismo ser una amo que un impostor. Proveer a los jóvenes de un discurso grandioso para  empujarles a la vida muelle y así dominar el impostor a los debilitados. Se ve que siguen actuando las fuerzas pero ahora tienen un uso negativo, se usan para debilitar a unos y así dominar mejor otros. Las fuerzas cuando se hacen negativas siguen siendo fuerzas pero ahora tenemos un problema gravísimo porque ahora estas fuerzas negativas no se van a componer con otras fuerzas para posibilitar algún tipo de creación, para hacer soportables las fuerzas, no, ahora no se componen solo se acumulan y eso va a dar lugar a explosiones de fuerzas. No son lo mismo las fuerzas positivas que se componen con otras que las fuerzas negativas que se acumulan sin posibilidad de hacer nada con ellas, se convierten en fuerzas explosivos (en algunos casos implosivas, la depresión por ejemplo). Una enorme fuerza pero que va a provocar destrucción en lugar de algún acto creativo.

Esto puede aclarar un poco más nuestro problema de por qué cuando hablamos del instinto de muerte hablamos del humor y la alegría (fuerzas positivas de la vida o sea que se componen con otras ganando en potencia creativa) y otras veces el instinto de muerte se convierte en los lagers (fuerzas negativas separadas de las otras fuerzas por una identidad rígida y que provoca debilidad por la vía de la acumulación de fuerzas que debilita, una especie de sobreestimulación paralizante y explosiva).

Alain Resnais. La noche de la desdicha II: Noche y niebla.

Por qué estas imágenes del horror cuando estamos mostrando el mayor espectáculo del mundo, el circo, cuando pensamos el instinto de muerte del lado del humor. También Freud hablaba del Super-yo como la instancia de la moralidad y de la obligación y sin embargo hablaba del  humor del Super-yo. Cuando hemos hablado de Sade y de Masoch también se presentaba el tema como perversiones del alma y a su vez decíamos que había que pensar en estos autores en tono de humor al igual que pasa con Kafka y otros. En el caso de S. Weil que se dejó morir de hambre tampoco encontrábamos el humor y mucho menos cuando decía que había que obedecer como hace la materia.

Vamos a poner un esquema doble para empezar a aclarar este tema. Primero mostramos el esquema y luego vamos a ir relatando la explicación:




Ahora vamos a ir colocando elementos teóricos que nos permitan ir acercándonos al esquema anterior. Lo primero va a ser remitirnos a la Crítica de la Razón Pura de Kant, en concreto a la segunda parte: "Dialéctica transcendental" y Segunda Sección (de la segunda parte): De las ideas transcendentales.(Pagina 248 en la edición digital, traducción Manuel G. Morente. Librería General de Victoriano Suárez, 1928. En adelante las referencias y paginaciones se referirán a esta traducción.). Tengamos paciencia, dice Kant:

 Entiendo por idea un concepto necesario de razón, para el cual no puede darse en los sentidos ningún objeto congruente. 
O sea aquello de que está hecha la razón (las ideas) no tiene ningún objeto en el mundo que podamos decir "esa idea es ese objeto". Continúa:
...son transcendentes y superan los límites de toda experiencia, en la cual por lo tanto nunca puede presentarse un objeto que sea adecuado a las ideas transcendentales.
Nada que ver con la experiencia (transcendente), con el mundo, con la realidad cotidiana, con los objetos, no hay objeto adecuado (pero acordaros cuánto hemos hablado del objeto no omisible en Bousquet, pero se refiere a objetos de la razón, no están en la cotidianidad). Añade:
Así podría decirse: el todo absoluto de todos los fenómenos es sólo una idea; pues como nunca podemos bosquejar una imagen de ese todo, sigue siendo un problema sin solución. En cambio, como en el uso práctico del entendimiento se trata solamente de la ejecución según reglas, puede la idea de la razón práctica hacerse siempre real, aunque dada sólo en parte in concreto.... Según esto, la idea práctica es siempre altamente fructífera, y necesaria sin remedio con respecto a las acciones reales. En ella tiene la razón pura incluso causalidad para producir realmente.
"Nunca podemos bosquejar una imagen de ese todo" y sin embargo es "fructífera" y "tiene causalidad para producir realmente". Es con Deleuze con quien nos podemos adentrar en ese terreno de las ideas, en concreto en su libro Presentación de Sacher-Masoch. Lo frío y lo cruel (editorial anagrama):
Se trata de mostrar que el razonamiento mismo es una violencia, que está del lado de los violentos con todo su rigor, toda su serenidad, toda su calma. 
Ahora bien, tenemos que establecer una diferencia muy importante, por ejemplo en el caso de Sade:
...los imperativos lanzados por los libertinos son a su vez como enunciados de problemas que remiten a la cadena más profunda de los teoremas sádicos... Debe distinguirse, pues, entre dos tipos de factores que constituyen un doble lenguaje: el factor imperativo y descriptivo, representativo del elemento personal, que ordena y describe las violencias personales del sádico así como sus particulares gustos; pero también un más alto factor indicador del elemento impersonal del sadismo y que identifica esa violencia impersonal con una Idea de la razón pura, con una demostración terrible capaz de poner al otro elemento bajo su sujeción.
Esta diferencia es fundamental, una cosa son los gustos personales del libertino y otra cosa lo que la Idea de la razón busca resolver en la realidad por medio de ese libertino, encarnándose en esa figura. Ya habíamos dicho con Kant que las ideas al no tener objetos en la realidad son problemáticas, son problemas a resolver y la razón es el sujeto del problema y no el libertino que no es más un medio que la razón utiliza para experimentar para buscar las soluciones a su problema. La violencia impersonal queda identificada a la Idea de la razón pura. Añade Deleuze:
En la empresa pedagógica de los héroes de Masoch, su sumisión a la mujer, los tormentos que padecen, la muerte que experimentan, son otros tantos momentos de ascensión al Ideal.
Aquí nos damos cuenta de que ha habido una variación, en el caso de Sade se trataba de la Idea que por medio del elemento impersonal baja a la realidad a efectuarse. En el caso de Masoch se trata de ascensión al Ideal. Tenemos dos movimientos diferentes, uno de subida y otro de bajada. Uno parte de la Idea y el otro busca ascender a la Idea.

Hemos establecido dos diferencias fundamentales, la primera entre el elemento personal y el elemento impersonal y la segunda entre la bajada de la Idea a la realidad y la ascensión a la Idea. En la primera diferencia se trata de mostrar que el sujeto de la operación nunca es la persona del libertino ni ninguna otra sino la Idea como tal. En la segunda diferencia de lo que se trata es de mostrar que son dos operaciones distintas con distintos problemas, una cosa es partir de la Idea a establecerse en la realidad o sea llega una violencia desatada desde la Idea a las cosas. Mientras que el otro problema es cómo nosotros que estamos en una realidad que nos ahoga queremos acceder a la Idea que es la que nos va a permitir desde ahí retornar con la potencia de la Idea y cambiar esa realidad que nos ahoga. Estas diferencias son las que hemos mostrado en el esquema anterior.

 La manera de hacer el pasaje hacia la Idea es por medio de la desexualización como hemos tratado anteriormente en otros capítulos. Así como, también, la forma de volver a las cosas es la resexualización.

Nosotros entendemos la vía de la desexualización como la vía del humor, la suspensión del acto es el acto humorístico (en lugar de "lanzarse" el libertino a disfrutar con la mujer suspende el acto para acceder a la Idea y eso es expresado de forma humorística: "pégame, he sido malo, soy una basura..." es la manera de suspender el acto, la manera de explicarlo, con risa), el frío. La bajada desde la Idea (Sade) es la ironía, es la resexualización, la vuelta de la Idea a las cosas, la crueldad. Ambas formas de violencia-humor son el pensamiento.

Hasta aquí podemos entender el instinto de muerte como "circo", lo que no queda claro entonces es el por qué de las películas de Resnais. Pero podemos explicarlo fácilmente, al modo freudiano, tal como entiende Freud la pulsión: la pulsión de muerte tiene dos caras, una constructiva y otra destructiva. Pero estas caras no coinciden con lo que hemos expuesto anteriormente de Sade y Masoch. No, lo que Freud quiere decir es que si por algún motivo se interrumpen los procesos que hemos comentado anteriormente de lo frío y lo cruel (el que se interrumpa el proceso no quiere decir su anulación sino, al revés, aumenta la potencia del instinto de muerte volviéndose verdaderamente destructiva; la identidad en lo cotidiano es lo que detiene el proceso pero ya sabemos que "detener el proceso" quiere decir exacerbarlo porque la pulsión se cumple tanto si estamos a favor del proceso como si no. Y no estar a favor lo que hace es que la energía pulsional aumente en potencia hasta romper todos los límites que le impone la identidad), pues bien,  si se interrumpen estos procesos de pensamiento entonces lo que pasa lo vemos en la película siguiente:






Para Kant no había posibilidad de que la Idea tuviese una imagen pues no participaba de la sensibilidad, pero nosotros podemos decir que la línea abstracta, que la pintura generó, es una imagen de la Idea y por tanto al igual que el Arte ha sabido rescatar imágenes-instinto de muerte, también el psicoanálisis puede crear estas imágenes. El ejemplo que pusimos sacado de la Psicopatología de la vida cotidiana de Freud en el tema "Signorelli" es muy claro, la Idea, Herr, el pensamiento en persona.

Hiroshima Mon Amour 1/9

La imagen-instinto de muerte: Un nuevo concepto para el psicoanális

Después de lo mostrado en las últimas entradas del blog (La luna en el escrito autobiografico de Masoch, la idiotez muda, el gran espectáculo del mundo) podemos decir que al igual que para Deleuze existía una imagen-tiempo y se dedicó a mostrarla con sus libros de Cine 1 y 2,  para nosotros existe una imagen-instinto de muerte o más brevemente una imagen-pulsión que corresponde al principio transcendental del instinto de muerte. Nos hemos dedicado a mostrar cómo esta imagen está en la pintura, en el cine, en la vida cotidiana. Y si el principio transcendental no puede experimentarse en la realidad sí podemos encontrar una imagen-pulsión que no nos deje en el silencio último de la pulsión de muerte como decía Freud. Para Freud el principio de Tánatos es fundamentalmente silencioso.  Pero al igual que Deleuze consiguió rescatar una imagen-tiempo, o sea que se presente el tiempo en persona, ese tiempo que no pasa y que es eterno, inmemorial (lo intempestivo nietzscheano), pues nosotros hemos construido una imagen que nos permita encontrarnos con el instinto de muerte en persona o sea con aquello de la vida que no admite identidad alguna, de ahí que nosotros cuestionemos el final de análisis propuesto por Miller en la Asociación Mundial de Psicoanálisi, aunque solo sea porque utiliza el término: identificarse, el paciente tiene que identificarse a eso último que no tiene identidad: el sinthome. Discutimos que el término adecuado sea identificarse y que esto se tenga que hacer sin imagen y sosteniendose angustiosamente en el silencio de la pulsión de muerte.

La construcción de este nuevo concepto la llevamos a cabo a través de la línea abstracta que a su vez está construida por el diagrama o trabajo de la diferencia (diferencia de la diferencia). Cuando Deleuze da ejemplos de la línea abstracta lo hace por medio de imágenes filosóficas tradicionales como el rayo que trae a presencia el fondo de la noche. Al final de su obra descubre en el cine nuevas posibilidades de imágenes-tiempo.

El instinto de muerte: ¡¡el gran espectáculo del mundo!!.

Fellini es el mejor ejemplo de imagen-instinto de muerte:


Nada es más triste que la risa: nada más hermoso, magnífico, estimulante, y enriquecedor, que el terror de la desesperación profunda. Creo que cada hombre mientras  vive, es prisionero de este miedo terrible, en el cual toda prosperidad está condenada a fracasar, pero que guarda, incluso en su abismo más profundo, esa libertad esperanzadora que le permite sonreír en situaciones aparentemente desesperadas. Por eso la intención de los autenticos escritores de comedia- es decir, los más profundos y honestos- no es de ningún modo divertirnos únicamente, sino abrir desgarradoramente  nuestras cicatrices más dolorosas para que las sintamos con más fuerza.
Imagen del instinto de muerte


También en Picasso encontramos ese espectáculo:

El instinto de muerte


La idiotez muda: una escenificación del instinto de muerte.

Dice Deleuze que el instinto de muerte no tiene experiencia posible, es un principio transcendental. Sin embargo nosotros decimos que no es imposible acceder a una imagen del instinto de muerte y de hecho nos anima ese empeño. Leyendo el Glosario de Ignacio Castro sobre Tiqqun nos damos cuenta que es un relato-imagen del instinto de muerte, resumo: Bloom, personaje del Ulises de Joyce; personaje que prolonga la alienación del proletariado en Marx; el "musulmán" de los Lager; Bartleby de Melville; los semblantes de un vagón de Metro ("la humanidad viaja agotada por el papel que representa a diario"). El agotamiento diario, el esfuerzo que empieza a resultarnos imposible de soportar y continuamos de forma mecánica. EL IDIOTA MUDO esa es la imagen del instinto de muerte (Castro: la bloomitud, el más inquietante de todos los huéspedes). Bloomitud: apatía: masoquismo: desexualización: espectáculo...

Pensamos el pasaje del idiota mudo al vaho inquietante...

La idiotez muda
Así comienza el libro Mil Mesetas de Deleuze y Guattari.

El Anti-Edipo lo escribimos a dúo. Como cada uno de nosotros era varios, en total ya éramos muchos. Aquí hemos utilizado todo lo que nos unía, desde lo más próximo a lo más lejano. Hemos distribuido hábiles seudónimos para que nadie sea reconocible. ¿Por qué hemos conservado nuestros nombres? Por rutina, únicamente por rutina. Para hacemos nosotros también irreconocibles. Para hacer imperceptible, no a nosotros, sino todo lo que nos hace actuar, experimentar, pensar. Y además porque es agradable hablar como todo el mundo y decir el sol sale, cuando todos sabemos que es una manera de hablar. No llegar al punto de ya no decir yo, sino a ese punto en el que ya no tiene ninguna importancia decirlo o no decirlo. Ya no somos nosotros mismos. Cada uno reconocerá los suyos. Nos han ayudado, aspirado, multiplicado.

Es una manera más simpática de mostrar la idiotez muda: ya no tiene ninguna importancia decir yo o no decirlo y si lo dicen es solo por rutina o porque es agradable como le pasa a todo el mundo.

Otra manera de presentar la idiotez muda es la presentada por J. Lacan en su Seminario 23: El sinthóme. Hablando de Joyce hace un juego de palabras refiriéndose a Santo Tomas, y juega con Síntoma, Santo Tomas y Santo Hombre, claro en francés: Saint Homme. Propone el síntoma y la santidad como esa posición que aquí llamamos de la idiotez muda y su conquista sería el final de análisis.

Como nos parece de gran importancia, para ver esta imagen del instinto de muerte, el artículo de Ignacio Castro os mostramos el enlace en el que podéis leer el artículo entero:   http://caosmosis.acracia.net/?cat=245

El masoquismo primordial : sacrificio y abstracción.

La materia. (Tapies)
1. Hemos expuesto la denegación freudiana como el mecanismo operante en la desexualización, mecanismo de la perversión pero también el creador del pensamiento.
2. Para adentrarnos en la cuestión de la desexualización, una vez conocido su mecanismo, hemos traido los textos de Simone Weil en donde descubrimos la cuestión de la obediencia a la materia para salir del estado de desdicha.
3. Pensamos la obediencia a la materia desde el pensar del pintor Rothko: la abstracción como proceso de desprendimiento, torsión, fragmentación, que culmina con el sacrificio de toda mediación incluida la del artista.
4- Todos estos autores rescatan la figura mística de la noche como el espacio en el que va a ser realizado el sacrificio, va a ser sacrificado el yo (del artista). Rothko decía que sus cuadros eran cosas, nosotros decimos que son encarnaciones del objeto no omisible (Bousquet).

Sacrificio y abstracción

Como vemos todo el tema de la desexualización conduce a una correcta comprensión del tema del sacrificio. Para pensar este tema creemos que el autor más autorizado es el pensador danés Soren Kierkegaard en su libro "Temor y temblor". Se trata del sacrificio que le pide dios a Abraham:
"El héroe trágico renuncia a si mismo para expresar lo general; el caballero de la fe, por el contrario, renuncia a lo general para convertirse en individuo".
  Abrahan destruye el ethos del sacrificio cruento. Todo lo que estamos diciendo pudiera resultar tan paradójico como el que la obediencia que nos traía Weil, obedecer como la materia, fuera una salida a los sufrimientos de la desdicha. Pero se trata más bien, en ambos casos, de sacrificar el sacrificio como propone el psicoanalista francés Jacques Lacan. Sacrificar el yo del artista ,dice Rothko, eso es la abstracción. La cita anterior de Kierkegaard es muy clara al respecto, se trata  de renunciar a lo general (el yo, la comunicación, la amistad, la filiación en resumen, la obligación simbólica) y no lo que habitualmente ocurre que renunciamos a nuestro ser por seguir el mandato simbólico, el brillo de la fama, el consentimiento del otro, su autorización, su amor, los títulos y premios. Sacrificar el sacrificio es sacrificar aquello que yo más quería, mi filiación simbólica, para así no tener que sacrificar nada. En ese sentido es Abraham el destructor del sacrificio al imponer más bien el ACTO  como forma de rescatar el ser. 

Ahora podemos entender las palabras de J. A. Valente sobre la obra de Tapies:
 La forma en pintura no es figura, la forma es la materia, forma absoluta de sí... Quizá el supremo, el solo ejercicio radical del arte sea un ejercicio de retracción. Crear no es un acto de poder; es un acto de aceptación... crear lleva el signo de la feminidad. No es acto de penetración en la materia, sino pasión de ser penetrado por ella. Crear es generar un estado de disponibilidad, en el que la primera cosa creada es el vacio, es espacio vacío. Pues lo único que el artista acaso crea es el espacio de la creación...sólo en ese estado de retracción sobreviene la forma, no como algo impuesto a la materia, sino como epifanía natural de está.
Abstracción y sacrificio
(Still)



El tiempo: La materia de la desdicha.

Distorsión, fragmentación, desaparición, engendramiento. Avanza Rothko en su pensamiento pictórico hasta llegar a la fórmula que le permite la creación. Primero cuerpos troceados, cuerpos torsionados, finalmente puede acercarse a la materia: "Me adhiero a la realidad del mundo y a la substancia de las cosas" Consigue al fin salir de la fragmentación cuando descubre la materia, el proceso es cercano al que comentamos de Weil cuando habla de la obediencia al igual que hace la materia. Tanto Rothko como Weil nos dan signos que nos trazan una vía en "la noche" mística y masoquista de la desexualización. Apunta Rothko: "Si he vacilado al usar objetos familiares es porque me niego a mutilar su apariencia en beneficio de una acción para la que resultan demasiado viejos o para la que quizás nunca habían sido destinados".

Ahora bien, ¿qué es la materia?. Acudimos a la "Crítica de la razón pura" para ver si el filósofo Kant nos da nuevas señales. En concreto a lo que titula "Analogías de la experiencia", nos interesa su concepción del tiempo y más en concreto descubrir las relaciones de la materia y el tiempo y para eso vamos a acudir de las tres analogías de la experiencia a la primera que es la que más nos interesa para nuestros fines: "Principio de la permanencia de la substancia". El filósofo nos dice que todos los fenómenos son en el tiempo. Ahora bien el tiempo en el cual tienen que ser pensados todos los fenómenos queda y no cambia. Son percibidos los fenómenos en el tiempo pero el tiempo en si mismo no puede ser percibido. El tiempo es un substrato y el substrato de todo lo real, de lo perteneciente a la existencia de las cosas, es la substancia, en la cual todo cuanto pertenece a la existencia puede ser pensado como determinación.

Nuestra aprehensión de los fenómenos es sucesiva pero para que pueda ser así tiene que haber algo que existe siempre y ese algo es el tiempo que permanece y en el que las cosas suceden. "Solo en lo permanente son pues posibles relaciones de tiempo, es decir lo permanente es el substrato de la representación empírica del tiempo mismo y en ese substrato tan sólo es posible una determinación de tiempo.


Ahora bien, no nos debe confundir el que Weil al igual que Rothko llame a esto la materia porque su intención no es tanto el buscar un ejemplo de obediencia al modo de la moral cristiana sino más bien buscar ese modo del tiempo que no cambia. Deleuze en Diferencia y Repetición nos lo advierte con claridad (pag. 176-177) cuando dice:

 La muerte no aparece en el modelo objetivo de una materia indiferente inanimada, hacia la cual lo viviente "retornaría"; está presente en lo viviente como experiencia subjetiva y diferenciada provista de un prototipo. No responde a un estado de materia, sino, por el contrario, a una pura forma que ha abjurado de toda materia -la forma vacía del tiempo- (Y una manera de llenar el tiempo es exactamente lo mismo que subordinar la repetición a la identidad extrínseca de una materia muerta o a la identidad intrínseca de un alma inmortal).

Hay que darse cuenta de que cada vez que menciona la palabra materia une al substantivo un adjetivo: inanimada, muerta. Efectivamente Deleuze corrige cualquier duda  que nos quede de pensar la materia por fuera del tiempo que no sería sino una materia muerta. La materia llevada al tiempo sería un tiempo vacío, una forma vacía del tiempo: pura forma. Y es aquí donde comienza su planteamiento de la desexualización.

Siguiendo el planteamiento de Amador Vega (Sacrificio y creación en la pintura de Rothko): Se trataba en Rothko de hacer factible el nacimiento de la luz como aglutinante de la unidad emocional. Se trata de comprender el significado de la luz en su obra a partir de las secciones; el arriba y el abajo no tienen importancia en su colocación de las secciones porque dichas secciones podrían presentarse como el resto de unos órdenes caídos y que siguen interponiéndose entre el observador y el espacio secreto que atesora el cuadro. O sea que Rothko partiendo de la materia accede a un problema de la luz. Nosotros habíamos partido de la materia para acceder a un problema del tiempo. Tendremos que descubrir las relaciones entre el tiempo como forma vacía y la luz. Vimos anteriormente que Bousquet también establecía esa relación entre la luz y el tiempo cuando parte de "una herida que me espera desde siempre" y llega a "una realidad digna de la luz".

Para nosotros las secciones en Rothko no son otra cosa que el trabajo del doble, la diferencia de la diferencia , tras la que se haya la realidad invisible del tiempo en persona. Y la obra de Rothko la entendemos como un proceso de desexualización. No olvidemos lo que dijo Rothko de su obra: No son cuadros, son cosas.

Rothko: desdicha y renuncia.





La Luna (Masoch: escritos autobiográficos)

La luna siempre ha sido mi mejor amiga. Desde mi infancia me gustó en todas sus fases. Me sumergía con deleite en su luz argentada como en una revelación misteriosa. Me gustaba tanto en creciente como llena.
Y me gustaba cuando resplandecía por encima del bosque de espigas o bre las poderosas piedras de Cárpatos, cuando -tanto en primavera como en invierno-, la tierra cubierta de nieve se metamorfoseaba con su féerica luz en un océano de plata. La naturaleza, que siempre ha sido buena y consoladora para mí, em parecía mucho más cercana cuando la luna la envolvía con su encanto seductor. Esta madre sublime de todos los seres vivos se convirtió, gracias a la luna, en una dulce amiga y una confidente.
El frío lunar

Los cuernos del Minotauro siempre han personificado las fases lunares, aquí le tenemos en su catástrofe glacial.


Luz lunar



LA DENEGACIÓN

Vamos a ver los componentes del mecanismo de la denegación, para ello nos remitiremos al texto freudiano intitulado El fetichismo. En primer lugar Freud destaca que la característica principal del mecanismo de la denegación es tanto la repudiación como la afirmación de la castración. En palabras del autor:

“el niño rehúsa tomar conocimiento del hecho percibido por él de que la mujer no tiene pene. No eso no puede ser cierto, pues si la mujer está castrada, su propia posesión de un pene corre peligro y contra ello se rebela esa porción de narcisismo con que la previsora Naturaleza ha dotado justamente a dicho órgano”

Más adelante Freud nos señala algo importante. Lo que ha ocurrido en esa situación es que el afecto ha quedado reprimido, mientras que la idea o representación ha sido denegada, esto es, que la percepción se ha conservado y que se ha realizado, en palabras de Freud: “una acción sumamente enérgica para mantenerla repudiada”. Llega por tanto a una transacción: conserva la representación pero a la vez la ha abandonado.
El perverso crea así su doble. En la realidad psíquica la mujer conserva un pene que subsiste como emblema del triunfo sobre la amenaza de la castración y que a la vez lo salva de ésta: el fetiche.
Vemos en primer lugar que el mecanismo de la denegación consiste en una transacción que no es precisamente la de negar o aceptar lo que es, sino en suspenderlo. Esta palabra recogida por Deleuze, no es casual, el propio Freud nos la ofrece a modo de ejemplo: “Sucedía así en un hombre que había adoptado por fetiche un suspensorio de esos que también pueden ser empleados como pantaloncitos de baño. Esta prenda cubría los genitales en general y ocultaba así la diferencia entre los mismos. El análisis demostró que podía significar que la mujer estaría castrada , como también que no lo estaría, y permitía aún la suposición de que el hombre también estaría castrado, pues todas estas posibilidades eran igualmente susceptibles de ocultarse tras el suspensorio, cuyo primer precursor infantil había sido la hoja de parra de una estatua”. En este ejemplo se ve muy bien como el fetiche suspende, es más podríamos enlazarlo, tal y como lo señala Freud, con el precursor oscuro del que hemos hablado en otras entradas. Precursor suspensivo, ese es el núcleo de la denegación. Así, el mecanismo que realiza el fetichista se diferencia de la negación precisamente porque para él el conocimiento de la situación real subsiste, pero queda suspendido el conocimiento y suspendido con él el fetiche (hoja de parra) que se convierte en ideal.
No es casual que el texto del fetichismo sea del mismo año que el del humor (1927), en los dos subyace un mecanismo similar: la desexualización. En efecto, la denegación perversa correspondería con el mecanismo dinámico de la desexualización, ese desplazamiento de catexis al que Freud aludía en el texto del humor. ¿Qué representación está suspendiendo el masoquista? Precisamente la de la castración. Ésta encuentra en el padre la figura por antonomasia que la ejerce y la posibilita, prohibiendo de este modo el incesto. Parecería ser que el perverso lleva a cabo una curiosa operación con este pilar básico del psicoanálisis. Ya sabemos la historia de la castración, no es más que la de Edipo, que abre el orden de las filiaciones. Representa la ley por antonomasia, pero curiosamente el perverso no la niega (como hace el psicótico), sino que muy por el contrario realiza una parodia de la misma, incluso la lleva hasta sus últimas consecuencias realizando el acto (ideal), mostrándonos aquello que se encuentra entre las palabras y las cosas. El acto humorístico perverso es aquel del niño que le dice a su padre: “papa ponme los zapatos esos que pisan”, y el padre le responde “qué zapatos son esos” y al no entenderle le pone los zapatos. En seguida el niño con los zapatos puestos pisa a su padre y le dice “estos”. El perverso suspende la castración repudiando a su agente y construyendo uno nuevo,el fetiche.
El fetiche es lo que le permite una nueva organización, pero ahora desde otro lugar. Ahora bien, lo que le procura esa otra organización fetichista es precisamente la suspensión con el agente de la castración y la castración misma. Zeus perverso mata a Cronos con la ayuda de la madre, eso sí no para eliminar la ley sino para llevarla hasta sus últimas consecuencias. La suspensión es pues una desexualización, ruptura con el Otro simbólico, con las filiaciones fantasmáticas establecidas del amor, la amistad, el psicoanálisis…, goce de los significantes, "a" mentiroso y frustrante y placentero. Decimos placentero, porque precisamente el perverso lo que hace es suspender el placer. Con placer aquí nos referimos al propio placer del fantasma, al de la repetición misma, al de la comodidad del goce, a la demanda del Otro. La ruptura o desexualización sería del orden del pisotón del niño, de la crueldad y frialdad del perverso. La suspensión del placer a través del frío, nos lleva precisamente al precursor suspendido, es más, es el precursor oscuro el que emana esa frialdad gracias a la suspensión. Es la catástrofe glaciar
Ahora bien, la desexuaización propia del masoquista es el mecanismo que se encuentra siempre atacado por sus límites, como en Masoch las dos mujeres que no representan el ideal del masoquista: la mujer-hermafrodita y la mujer sádica: estas insuflan una mezcla de temor, repugnancia y atracción: en definitiva son sensuales, contienen aún algo del orden de la sexualidad fantasmática. Deleuze nos señala: “distinguir a la mujer-verdugo de sus dobles hetérico y sádico”. Este frio convierte los rasgos de los dobles en una disyunción. De hecho la propia heroína masoquista es el triunfo del sentimentalismo por el hielo y en el hielo. Sus descripciones nos lo confirman: “Semejante a una india o a una tártara del desierto mongol, poseía al mismo tiempo el corazón tierno de una paloma y los instintos crueles de la raza felina” “A despecho de sus singulares gustos esta muchacha no era brutal ni excéntrica; por el contrario era razonable, suave, incluso parecía tan tierna y delicada como una sentimental”. Todo el movimiento del masoquista es una conjunción disyuntiva, núcleo de la idealización: “Pero todo el movimiento del masoquismo consiste en idealizar las funciones de las madres malas trasladándolas sobre la buena”: prostituta y honesta, cruel y buena.
La frialdad suspende el sentimentalismo, el masoquista debe padecer el castigo antes de sentir el placer. Vemos reflejado aquí la violencia del pensamiento. Para que surja el pensamiento es preciso que éste sea precedido por un acto de frialdad (de violencia).

La noche de la desdicha. Simone Weil.

(Parafraseamos el texto de Jorge Medina: "Sufrimiento y acción. Las críticas de Levinas a Weil.)

¿Qué es la desdicha para Simone Weil?. Desarraigo de la vida, sufrimiento hasta la fractura y la humillación. La noche de la desdicha: aparición del "todo ha desaparecido" Se trata de la subida del fondo de la noche a la superficie, éxtasis del sinsentido (la subida del fondo a la superficie es lo que Deleuze llama la línea abstracta). El elemento fundamental de la desdicha para Weil es que el desdichado no sabe por qué sufre, ha olvidado las causas de la persecución. Nos recuerda lo que narra Foucault de los hombres infames, hombres que han sido sacados de su oscuridad porque algún mecanismo del poder se ha interesado por ellos. Dos son los ejemplos que coloca en su texto y pasamos a reproducir:


Mathurin Milán, ingresó en el Hospital de Charenton el 31 de agosto de 1707: "Su locura consistió siempre en ocultarse de su familia, en llevar una vida oscura en el campo, tener pleitos, prestar con usura y a fondo perdido, en pasear su pobre mente por rutas desconocidas, y en creerse capaz de ocupar los mejores empleos".
Jean Antoine Touzard ingresó en el castillo de Bicétre el 21 de abril de 1701: "Apóstata recoleto, sedicioso, capaz de los mayores crímenes, sodomita y ateo hasta la saciedad; es un verdadero monstruo de abominación que es preferible que reviente a que quede libre"

Creemos que son dos buenos ejemplos de vidas infames sacadas a la luz por el poder pero también de vidas desdichadas que buscan lo oscuro en el campo. Esta referencia a lo oscuro vuelve a llevarnos al tema de la noche, tema por excelencia de la mística, también recordamos que el tema lo hemos tratado en otra entrada de este blog cuando escribimos sobre la novela de Djuna Barnes ("El bosque de la noche" ), la entrada se llama "Vigilante, ¿qué me dices de la noche?".

Claro, hasta aquí todo bien, pero de pronto aparece en Weil un término que nos sorprende: la obediencia. Nos parece que hay que ser cautelosos para no caer en el recurso fácil de un moralismo cristiano que pide la obediencia a Dios y la humildad, etc. Preferimos una lectura distinta de la cuestión y que sigue la línea que vamos exponiendo en las últimas entradas del blog: el masoquismo primordial (Freud) Creemos que el pensamiento de Weil no debería ser leído simplemente como un pensamiento cristiano, moral, sino más bien plantea un masoquismo sin Masoch sin la escena masoquista sino más bien un masoquismo revolucionario. La "obediencia" de Weil debe más bien ser pensada como frialdad, crueldad, que como moral. Eso permitiría entender uno de los aspectos más criticados de su obra, o uno de los menos entendidos. Pero pasemos a mostrar qué dice Weil de la "obediencia".

La obediencia de la materia

Según Weil la desdicha la ha querido Dios. Pero Weil no se rebela contra Dios (solución neurótica) sino que de manera sorprendente mira a la materia, a la obediencia de la materia y dice: "Por su perfecta obediencia, la materia merece ser amada por los que aman al Señor de la materia..." Y a partir de aquí desarrolla un pensamiento que nosotros tendremos que poner en relación al amor fati nietzschano y el pensamiento del eterno retorno (porque al fin y al cabo el planteamiento del masoquismo primordial nos va acercando sin esperarlo a la tercera síntesis del tiempo de Deleuze pero también al eterno retorno de Nietzsche...):

“Es esa obediencia perfecta lo que constituye su belleza” afirma Weil (PD, p. 69). El hombre, al igual que el resto de las creaturas, no puede dejar de obedecer. Esta tesis, propuesta ya en el judaísmo por Spinoza, y en los antiguos por los estoicos, constituye un punto nodal en la tesis weiliana: “La única opción que como criatura inteligente y libre se le ofrece al hombre es desear la obediencia o no desearla. Si no la desea, obedece en cualquier caso, perpetuamente, en tanto que está sometido a la necesidad mecánica” (PD, p. 69). Desear la necesidad consistiría en el sí nupcial que ofrece la creatura al Creador; un sí nupcial que implica forzosamente un “no” a sí mismo y a los deseos propios para ser transparentes al designio que viene de lo Alto.

Vemos cómo se acercan Deleuze, el amor fati de Nietzsche, los estoicos, el masoquismo primordial de Freud, y un sector de la mística judía y cristiana alrededor de una cuestión que tal vez sea la más difícil de tolerar para los hombres y que nosotros hasta ahora hemos nombrado como instinto de muerte. Weil nos hace entrar en ese territorio por la vía de "la materia".

Para Weil se trataría de la renuncia a uno mismo y dice: "solo para este consentimiento hemos sido creados". Y el único fin de la desdicha sería conseguir este renunciamiento.
La noche de la desdicha
(Morandi)






Para acabar con la amistad (la desexualización). Simone Weil.


Acabar de una vez por todas con el sueño de la amistad ( o a qué llamamos desexualizar).

Simone Weil



Aprende a rechazar la amistad, o más bien, el sueño de la amistad. Desear la amistad es una gran falta. La amistad debe ser una alegría gratuita como las que da el arte, o la vida. Es necesario renunciar a ella para ser digno de recibirla. Pertenece al orden de la gracia ("Dios mío, aléjate de mí...") Está en todas las cosas que nos son dadas por añadidura.

Todo sueño de amistad merece quebrarse.
No es por azar que tú no hayas sido amada jamás.... Desear escapar a la soledad es cobardía. La amistad no se busca, no se sueña, no se desea: se ejercita (es una virtud). Abolir todo margen de sentimiento impuro y de turbación.

O más bien (pues no hay que podar en sí con demasiado rigor) todo lo que en la amistad no pasa de intercambios afectivos debe pasar a la reflexión. Es totalmente inútil abandonar la virtud inspiradora de la amistad. Lo que debe prohibirse severamente es soñar con el goce de los sentimientos. Es corrupción. De igual modo que no se sueña con la música o la pintura. La amistad no se deja separar de la realidad, no es más que lo bello. Constituye un milagro... como lo bello. Y el milagro consiste simplemente en el hecho de que existe. A los veinticinco años, es tiempo de terminar radicalmente con la adolescencia...


Con estas citas inauguramos un nuevo capítulo, hasta ahora hemos presentado dos autores: Djuna Barnes (la noche: el doble)  y Joë Bousquet (la herida: la línea abstracta:la Diferencia), ahora presentamos a Simone Weil que nos va a permitir pensar la cuestión de la desexualización (presentada anteriormente por Sacher-Masoch: el masoquismo).



Recordemos la expresión de Deleuze: el precursor oscuro no es un amigo. Veamos cómo lo narra Deleuze:









En efecto, lo intensivo, la diferencia en la intensidad, es simultáneamente el objeto del encuentro y el objeto al cual el encuentro eleva la sensibilidad. Lo que se ha encontrado no son los dioses; aunque estén escondidos, los dioses no son sino formas para el reconocimiento. Lo que se ha encontrado son los demonios, potencias del salto, del intervalo, de lo intensivo o del instante, que no colman la diferencia sino con lo diferente, son los portasignos... Es imposible hablar de una filia que sea el testimonio de un deseo, de un amor, de una buena naturaleza o de una buena voluntad, por las cuales las facultades ya poseerían, o tenderían hacia el objeto al cual la violencia las eleva, y presentarian una analogía con él o una homología entre ellas. Cada facultad, incluido el pensamiento, no pasa por otra aventura que la de lo involuntario; el uso voluntario permanece hundido en lo empírico. Incluso el punto de partida, la sensibilidad en el encuentro con lo que fuerza a sentir, no supone ninguna afinidad ni predestinación. Por el contrario, lo fortuito o la contingencia del encuentro, garantiza la necesidad de lo que fuerza a pensar. No es una amistad, como la de lo semejante con lo Mismo, o como la que también une los opuestos, la que ya liga la sensibilidad con el sentiendum. Basta con el sombrío precursor que hace comunicar lo diferente como tal, y lo hace comunicar con la diferencia: el sombrío precursor no es un amigo.

...el sombrío precursor no es un amigo.

La catástrofe glacial. La diferencia nos espera desde siempre.




Catástrofe glacial
(Sargent)



El instinto de muerte, un principio "transcendental"

Comenzamos con un texto de Deleuze fundamental: "En Más allá del principio de placer, Freud distingue entre pulsiones de vida y pulsiones de muerte, Eros y Tánatos. Pero esta distinción sólo puede ser comprendida en virtud de otra más profunda: la que existe entre las pulsiones de muerte o de destrucción y el instinto de muerte. Porque las pulsiones de muerte y de destrucción son dadas o presentadas sin duda en lo inconsciente, pero entreveradas siempre con pulsiones de vida. La combinación con Eros es algo así como la condición para la "presentación" de Tánatos. A tal punto que la destrucción, lo negativo en la destrucción, se presenta necesariamente como el reverso de una construcción o de una unificación sometidas al principio de placer... Cuando hablamos de instinto de muerte, en cambio, señalamos a Tánatos en estado puro... no puede ser dado en la vida psíquica... es silencioso... todo depende de él, especulativo... Para designarlo, debemos conservar el término instinto, único capaz de sugerir semejante transcendencia o de designar semejante principio "transcendental"."

El encuentro con la pulsión de muerte es del orden de la violencia, de lo forzado, ser afectado.La pulsión de muerte sería siempre problema, disyunción.




Por ejemplo, tendríamos una nueva definición de la angustia en lo que Deleuze denomina: necedad del pensamiento, dice: "encontrar no es reconocer: es la dura prueba de lo no reconocible, el fracaso del mecanismo de reconocimiento". Cuando habla del signo, habla también de lo no reconocible, de la no relación que es preciso que sea relación.


La pregunta sería ¿cuál es el signo del masoquismo?: lo no reconocible, el frio, ya que su sentido (es decir) el reverso del signo sería el contrato: cuerpo frio, "cuerpo intenso o sin órganos". El contrato es un campo de fuerzas, donde se produce el sentido: lo trascendental.


Nos encontramos en primer lugar con la violencia ejercida sobre el compuesto de significaciones del concepto psicoanalítico ya preestablecido del sadomasoquismo (homogeneidad). El pensamiento se vuelve activo, se vuelve problema. Se abre el campo trascendental, puntos de vista heterogeneos, ya no hay reconocimiento alguno, sino angustia del pensamiento. No hay ego, sino puras diferencias que no pueden ser identificadas con una conciencia. Surge un signo que rehusa de la identificación, deniega, engendra una problemática, se aparta de la castración: el frío.




Vorstellungsrepräsentanz (arquitectura del instinto de muerte como principio transcendental).


1.Desde Freud. El  Vorstellungsrepräsentanz es lo que representa a la pulsión en el terreno de la representación. Freud ,en su trabajo de 1915, considera los representantes representativos, no sólo como los «contenidos» del Ics, sino como constitutivos de éste o sea ya no se trata de la materia/contenido sino de la forma/función. En un solo y mismo acto (la represión originaria) la pulsión se fija a un representante y se constituye el inconsciente: «Tenemos [...] razones para admitir una represión originaria, una primera fase de la represión consistente en que el representante psíquico (representativo) de la pulsión ve rehusado el acceso a la conciencia. Con ello se produce una fijación; el representante correspondiente perdura, a partir de este momento, de forma inalterable, y la pulsión queda ligada a él».  La representación es lo que representa a la pulsión y no lo que sería a su vez representado por otra cosa.


2. Desde Kant. Ahora vayamos a la Crítica de la Razón Pura de Kant. En la sección primera de la Analítica transcendental: "Del uso lógico del entendimiento en general" dice:


Fuera de la intuición no hay otro modo de conocer, sino por conceptos...Los conceptos descansan en funciones. Mas por función entiendo la unidad de la acción que consiste en ordenar diversas representaciones bajo una común... un concepto no se refiere nunca inmediatamente a un objeto, sino a alguna otra representación del mismo... El juicio pues es el conocimiento mediato de un objeto; por lo tanto, la representación de una representación del mismo. En cada juicio hay un concepto que vale para muchos y entre esta multitud comprende también una representación dada, que se refiere entonces inmediatamente al objeto... Pensar es conocer por conceptos. Los conceptos empero, se refieren, como predicados de posibles juicios, a alguna representación de un objeto aún indeterminado.


3. Desde Deleuze. En tercer lugar podemos hablar de la segunda síntesis del tiempo en la obra de Deleuze en donde el progreso se realiza de la memoria a lo inmemorial por medio del trabajo del doble.

4. Desde Sacher-Masoch. Con estas tres citas anteriores tenemos la arquitectura del instinto de muerte como principio transcendental. El representante de una representación tratado como el doble en la síntesis del tiempo. O sea el Vorstellungsrepräsentanz como el doble de la pulsión siempre que pensemos la pulsión en función del tiempo (el momento para comprender de Lacan o el trabajo del doble y lo inmemorial en Deleuze) Aunque por ahora nos interesa ver cómo es esto en Kant. De cualquier forma no olvidemos que este Vorstellungsrepräsentanz no es otra cosa que el frío de la desexualización, lo cruel.


Pues bien, habíamos dicho que en la CRP Kant decía que el juicio  es el conocimiento mediato de un objeto; por lo tanto, la representación de una representación del mismo y que en cada juicio hay un concepto que vale para muchos. Ahora bien, este sistema del juicio está aplicado a la analítica y por tanto a la lógica general. O sea el juicio transforma en conceptos representaciones dadas. ¿Pero de dónde salen estas representaciones?. Aquí entra a jugar  un nuevo elemento: la síntesis transcendental. La lógica transcendental tiene antes sí un múltiple de la sensibilidad a priori, que la estética transcendental le ofrece, para dar a los conceptos puros del entendimiento una materia, sin la cual quedaría esa lógica sin contenido alguno. La espontaneidad de nuestro pensar exige que ese múltiple sea primero recorrido, recogido y reunido para hacer de él un conocimiento. A esta acción llamamos síntesis. La síntesis en general es el mero efecto de la imaginación, función ciega...


Tenemos que tener presente que la analítica lo que hacía era diferentes representaciones quedaban reducidas bajo un  mismo concepto. Pero reducir a conceptos no las representaciones, sino la pura síntesis de las representaciones es lo que enseña la lógica transcendental. Y aquí es donde Kant se aproxima de nuevo a nuestra cuestión cuando dice: La misma función que da unidad a las diferentes representaciones en un juicio ( que habíamos visto que su mecánica era la representación de la representación), da también unidad a la mera síntesis de diferentes representaciones en una intuición y esa unidad se llama el concepto puro del entendimiento. Aún no hemos llegado a donde nos interesa pero ya tenemos un segundo paso que nos permite pensar el tema del doble como esa representación de la representación pero ahora no como analítica del juicio sino como síntesis transcendental. El primero era el del juicio y ahora el de la síntesis apoyada en la intuición.


...la representación de la representación...
(el doble generando la línea abstracta)



El corazón de la Crítica de la razón pura se encuentra en el parágrafo 25 al que acompaña una nota a pie de página igualmente importante, vamos a reproducir ambos textos completos:





- § 25 -
En cambio, en la síntesis transcendental de lo múltiple de las representaciones en general, por tanto en la unidad sintética originaria de la apercepción, tengo conciencia de mí mismo, no como me aparezco ni tampoco cómo soy en mí mismo, sino solamente de que soy. Esa representación es un pensamiento, no una intuición). Ahora bien, como para el conocimiento de nosotros mismos se exige -además de la acción del pensar, que reduce a la unidad de la apercepción lo múltiple de toda intuición posible- una determinada especie de intuición, por la cual es dado ese múltiple, así resulta que mi propio ser no es ciertamente fenómeno (y mucho menos mera ilusión), pero la determinación de mi existencia72 sólo puede ocurrir según la forma del sentido interno, en el modo particular como lo múltiple, que yo enlazo, es dado en la intuición interna; según esto pues, no tengo conocimiento, alguno de mí mismo, tal como soy, sino sólo tal como me aparezco a mí mismo. Tener de sí mismo conciencia no es pues, ni con mucho, un conocimiento de sí mismo, prescindiendo de todas las categorías que constituyen el pensar de un objeto en general por enlace de lo múltiple en un apercepción. Así como para el conocimiento de un objeto distinto de mí, necesito, además del pensamiento de un objeto en general (en la categoría), una intuición, por la cual determino aquél concepto general, de igual modo necesito también para el conocimiento de mí mismo, además de la conciencia o además de pensarme, una intuición de lo múltiple en mí, por la cual determino aquel pensamiento; y yo existo como inteligencia, que tiene conciencia tan sólo de su facultad de enlazar, pero que, sometida, con respecto a lo múltiple que debe enlazar, a una condición restrictiva llamada sentido interno, no puede hacer intuible aquel enlace sino según relaciones de tiempo, las cuales están fuera de los conceptos propiamente dichos del entendimiento, y no puede por tanto conocerse más que como se aparece a sí misma, con referencia a una intuición (que no puede ser intelectual y dada por el mismo entendimiento), y no como se conocería, si su intuición fuera intelectual.
Nota a pie de página (Crítica de la razón pura. Kant).
Nota 72. El «yo pienso» expresa el acto de determinar mi existencia. La existencia está pues dada en él pero no por eso está dado el modo como yo deba determinarla, es decir poner en mí lo múltiple perteneciente a ella. Para esto hace falta intuición de mí mismo, que tiene a su base una forma dada a priori, es decir, el tiempo, que es sensible y pertenece a la receptividad de lo determinable. Mas como no tengo otra intuición de mí mismo que me dé lo determinante en mí -de cuya espontaneidad tan sólo tengo conciencia- antes del acto de determinar, como el tiempo da lo determinable, por eso no puedo determinar mi existencia como la de un ser activo por sí mismo, sino que me represento sólo la espontaneidad de mi pensar, es decir del determinar, y mi existencia permanece siempre sensible, es decir determinable como existencia de un fenómeno. Sin embargo, esa espontaneidad hace que me denomine inteligencia.







"Yo pienso"
Ahora es el momento de recordar lo dicho por Joë Bousquet (Blog Diagrama):

El sueño es más real que la vida despierta porque allí el objeto ya nunca es omisible... resume acontecimientos que, sin el objeto, no existirían. El acontecimiento y el objeto son allí rigurosamente intercambiables... también las palabras y las frases se vuelven objetos...


El objeto ya nunca es omisible, ahí es a donde tenemos que llegar porque ahí es el lugar en donde es posible el pensamiento, cuando el objeto ya nunca es omisible. No se trata del objeto (X) de la experiencia ni tampoco del objeto (X) de la intuición sino del objeto (X) no omisible de la imaginación. Vuelvo a colocar algunas expresiones de Busquet que hemos tratado anteriormente en el blog-Diagrama.


Busquet:
"Mi herida existía antes que yo; he nacido para encarnarla"
La materia real es todavía invisible. Es preciso que tu alma se mezcle con ella para mostrártela. Del mismo modo el tiempo y el espacio son la obra del hombre, o más bien serán su obra... lo que hay que salvar no es a uno mismo, es la tierra, el guijarro, la ceniza. Tu deber es operar la salvación del espacio y del tiempo.


Tengamos el coraje de reconocerlo. El hombre solo existe fuera de sí mismo...somos el ser en estado de caída, el ser en el exilio, tan alejados de la vida como el frío mortal a quien sin embargo corresponde el privilegio de purificar la atmósfera y de dar coherencia y solidez a una masa de agua. He comprendido. Quiero recoger mi nada a la sombra de una realidad digna de la luz y forjar con mis manos un objeto que borre mi rastro.


Grillet:


La persona humana desaparece en provecho de una creación problemática que es la única que debe ser. Pero, por torpe vanidad, el hombre pretende primero "ser", y es eso lo que hace justamente su nada.


El objeto no omisible nos da una pista segura del objeto (X) de la imaginación kantiano: ese objeto es la herida (que estaba esperándome desde siempre), el frío mortal que purifica la atmósfera y da coherencia y solidez a la realidad. Desexualizar consiste en la construcción de ese objeto-grieta, objeto-herida al que podemos acceder por medio del trabajo del doble, construir el objeto-frío, objeto-noche. Grillet especifica que la persona humana desaparece en provecho de esa creación del objeto no omisible. Creación que es la única que debe ser , tema que ya hemos visto en el escritor Handke. Se trataría de acogerse en una realidad digna de la luz, forjar un objeto que nos está esperando desde siempre y hacerlo omisible. ¿No está ahí desde siempre? ¿Por qué tengo que forjarlo?. Si, pero " la materia real es todavía invisible. Es preciso que tu alma se mezcle con ella para mostrártela". ¿Cómo se mezcla mi alma?: hacerse digno de la luz; no olvidemos que la materia es invisible.


Una realidad digna de la luz


...la materia es invisible...
La Diferencia nos espera desde siempre.

Tal vez el negocio de Kant era la cosa en sí, el negocio de Freud la representación inconciliable, el de Lacan el significante impar, el de Deleuze las imágenes-tiempo; nuestro negocio el frío-luz del objeto no omisible.
 En realidad de lo que se trata es de instalarse en la grieta de la Diferencia (línea abstracta) y eso supone una construcción con el frío de la desexualización. El instinto de muerte, la Diferencia, la línea abstracta son tres formas de nombrar la misma cuestión. Y la desexualización, el frío, es la forma de construir la línea abstracta o sea de dar cuerpo a la materia invisible, de realizar aquello que nos espera desde siempre (la herida, la grieta).
 La Diferencia nos espera desde siempre y en concreto está esperando nuestra desexualización para ser dignos de la luz (dignos de encarnar la Diferencia). Esto nos plantea de nuevo la pregunta por la desexualización, no tanto en  cómo se realiza como qué es.
Anteriormente hemos dicho que "La pulsión de muerte sería siempre problema, disyunción". Y esto lo teníamos referido a la temática del encuentro. En definitiva el encuentro es la realización del doble que es el punto último del problema de la diferencia.


El frío: el encuentro. El encuentro es el encuentro con un doble (la diferencia diferenciandose). El extrañamiento. Decía Bousquet: El hombre solo existe fuera de sí mismo. Buscamos en Kant el tema del representante que se relaciona con el representante y en Freud buscamos el representante de la representación, en Deleuze la diferencia de la diferencia, son todas formas de presentar el tema del doble, de pensarlo. Incluso podemos decir que el tema de la pulsión en Freud, esas pulsiones que entraban en conflicto no es más que la manera de pensar el doble en el alma. En el capítulo anterior transcribimos algunos ejemplos de la literatura pero tal vez todavía no hemos logrado expresar el tema como le corresponde por su importancia.


En la vida cotidiana nos encontramos frecuentemente con los dobles, potencia de lo falso, solo tiene que ocurrir un tropiezo, un trastabilleo, un ligero tartamudeo, un enrojecimiento, un ligero rubor, un momento de indecisión, un contraluz o una caída inesperada en un claroscuro, una ráfaga de viento inesperada o un vaho inquietante que nos alcanza; siempre son sensaciones atmosféricas que traen lo diferente de si, lo inesperado, la inquietante extrañeza.
 En la escucha analítica se trata de acoger esas presencias rutilantes, insistentes, apenas una ligera sensación que fuerza un gesto, una mirada torcida, una sonrisa imperceptible, una tos que se escurre sin querer ser escuchada.  En todos estos casos el objeto no omisible está presente, el doble nos acompaña. Tal vez el inconsciente freudiano no sea otra cosa que esta presencia más real que la propia realidad, presencia muda que nos trae la salvación.
 Es cierto que la situación analítica está plena de estos acontecimientos y que en muchas ocasiones no sabemos valorarlos, sostenerlos, arritmarnos a ellos.Se trata, entonces, de hablar con el doble, de contestar al doble, de sentir su presencia insistente que nos pide también que nosotros entremos en la diferencia de si y que encarnemos, como psicoanalistas, el objeto no omisible y permitamos su llegada a la luz, su materialización.
 No se trata mas que de un problema de luz, de encarnación de la luz. Claro que si se acepta este acontecimiento la persona no es más, tampoco la persona del analista es más. Quedan polichinelas, idiotas, seres aturdidos, un poco mareados al no tener una identidad que les de peso y una dirección clara de su comportamiento. Hay risas, ligereza, aturdimiento y lo que deja como resto la operación es una alegría aérea. La presencia del doble con sus tropiezos en la vida cotidiana abre otro espacio del trato, el espacio de lo frío, se inaugura una ética de la frialdad, de la crueldad. 
Son personajes que en su aturdimiento, en su reír torcido extraño, manifiestan un desamor una rara incapacidad para la amistad, incapaces de simpatía, no permiten el misterio ni el deseo, todas estas cosas les resultan superfluas, solo la distancia, el frío, la crueldad, la mirada desencontrada, la risa, y sobre todo su gusto por la manada, por los actos en manada, las palabras en manada, la sexualidad en manada, la risa en manada, todo múltiple y cambiante, sin un centro preciso, más bien un centro siempre descentrado, no se sabe a quién le pasan las cosas y ni siquiera qué cosas pasan.
 Relato múltiple, cambiante, repetitivo, en cascada, óptico,  impreciso, contornos borrosos del idiota aturdido que habla y habla sin encontrar un centro a su discurso ni un sujeto que lo sostenga, solo la risa transita de un doble a otro, pero no la risa del simpático o del enamorado sino la risa del difuso del que no tiene identidad, la risa que pasa de unos a otros de la manada y genera la frialdad que la caracteriza.
 Eso es lo real, esa risa del descentrado es lo real, esa risa fría hace manada, crea atmósfera, algo  inquietante ha surgido y es nuestra alma.


Seres sin misterio, al fin, porque son manada.






...en manadas...


...solo lo frío y lo cruel...
La catástrofe glacial supone el hecho atmosférico que siempre es provocado por un escalón, una diferencia imperceptible, un hiato, una cesura que rompe la comprensión habitual sostenida en la identidad y abre ese otro mundo de imágenes-espejo, ese otro mundo de lo frío y lo cruel. Cada ojo mira en una dirección, cada palabra habla  un idioma extranjero, cada movimiento es un salto o un desequilibrio, cuerpo de Coppélia,  ropajes de Arlequín, siempre el doble en escena, siempre la diferencia de la diferencia, siempre espejos de espejos, claroscuros, umbrales, bordes que llevan a algún desequilibrio, caídas imposibles pero también sostenimientos imposibles. Racimos, bandadas, nomadismo cruel, nunca la identidad, nunca la parada, nunca el suelo estable, siempre una inclinación, un giro, una cesura, un enredo, un robo, una falsedad, frío.