La dificultad (cuya forma cristalizada es, diríamos, la contradicción) representa en Aristóteles el momento esencial de la investigación filosófica: es aporía, es decir, interrupción del proceso de pensamiento, y su solución es la condición de una nueva puesta en marcha...: resolver una aporía no es dejarla de lado, sino hundirse en ella y recorrerla de parte a parte... "Investigar sin recorrer las dificultades es como caminar sin saber adónde se va, exponiéndose incluso a no poder reconocer si en un momento dado se ha encontrado o no lo que se buscaba" (Aristóteles, Metafísica, 995 a 34) (Aubenque, op. cit. pp. 213-214).La aporía la plantea Pardo entre el juego y la regla, entre lo implícito y lo explícito, entre la potencia y el acto, entre la memoria y la percepción, entre el antes y el después.
Se puede hablar, dice Pardo, sin pensar en lo que se dice o escribir quedando la letra sin memoria. Y añade:
...todo ello prueba que el lenguaje no es el pensamiento y la escritura no es la memoria.
Son siempre nuestros dos escenarios incomunicables: una comprensión inexplicable (inspiración, adivinación, delirio), juego sin reglas, y unas explicaciones incomprensibles, reglas sin juego.
Finalmente Pardo nos muestra un Sócrates que no están en ninguno de los dos escenarios, no era un maestro sabio ni tampoco un profesor de las reglas, solo preguntaba y concluye Pardo: una verdadera aporía andante.
Sócrates tomando la cicuta |
He ahì el quid de la iluminaciòn!!: "yo solo sè que no sè nada"; "pienso, por lo tanto existo..."
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