Comenzamos transcribiendo algunos párrafos de Savater:
Éthos
Recordemos el conocido planteamiento schopenhaueriano de la cuestión: puedo elegir lo que quiera y en ese aspecto soy libre; pero no puedo elegir el querer mismo que determina mi elección; mis motivos me condicionan inexorablemente, con la rigurosa necesidad de cualquier otro encadenamiento causal del mundo físico. Obraré siempre según lo que soy, es decir, según mi carácter...Pero yo no podré conocer mi carácter más que después: sólo se me revelará a través de mis acciones...ese carácter que soy va a determinar... mis recuerdos, mis sueños, mis gustos artísticos o eróticos, mis errores de lenguaje, mi neurosis...es a su vez algo completamente incondicionado... voluntad pura y nada más... tijé, suerte y albur... Cada cual tiene el carácter que quiere, precisamente porque su querer no es otra cosa que su propio carácter. Cada uno es lo que quiere ser, puesto que no es sino su querer... Hay una parte de sombra, de impenetrabilidad, en nuestro "estar obligados a ser libres"... Los trágicos griegos no se especializaron en plantear el conflicto entre libertad y fatalidad, ni tampoco en mostrar hasta qué punto somos fatalmente libres, sino que revelaron magistralmente que la fatalidad no tiene otro fundamento que la libertad misma...
DáimônMagníficos párrafos que vamos a estudiar a continuaciòn. Hemos dividido en dos partes el planteamiento de Savater y hemos puesto a cada una de ellas un título (que no lo pone Savater): Éthos y dáimôn. En nuestro lenguaje anterior podríamos decir igualmente: Singularidad y pensamiento. Claro que esto lo tendrémos que explicar y ver cómo se llega de los primeros términos a los segundos. Savater en lugar de decir singularidad lo que dice es "individualidad" y en lugar de pensamiento lo que dice es "inmanencia" y dentro de este término habla de " la voluntad objetivada en la ciudad" y " la voluntad desplegada en la naturaleza".
Y aún habría que añadir otro componente, al que hasta ahora no hemos hecho más que mencionar: el dáimôn, el componente divino que se entrelaza con el éthos para abrir así la acción a la tijé, el azar o destino. El dáimôn es la dimensión divina que interviene en la acción trágica.... El daimon no juega a su capricho con el éthos, sino que simboliza algo así como la sombra de éste, todo aquello que las apetencias forzosamente individualizadoras del éthos desprecian, olvidan o conculcan; el querer del éthos se ve obligado a ignorar aquellas dimensiones de su enraizamiento en la inmanencia que rebasan su separación y su deficición por exclusiones sucesivas: por eso choca con los otros caracteres, con la voluntad objetivada en la ciudad y con la voluntad desplegada en la naturaleza, aunque algo en él -su lado "piadoso" que contrarresta en parte la falta individualizadora (hamartía)- presiente su identidad esencial con lo que pone frente a sí mismo como rival y amenaza... J. P. Vernant: "Éthos, el carácter, dáimôn, la potencia divina, tales son los dos órdenes de realidad en los que se enraiza en Esquilo la decisión trágica. Ya que el origen de la acción se sitúa a la vez en el hombre y fuera de él, el mismo personaje aparece tan pronto como agente, causa y fuente de sus actos, tan pronto como actuado, sumergido por una fuerza que le arrastra y le supera. Causalidad humana y causalidad divina... dos aspectos contrarios e indisociables que reviste... las mismas acciones. .. amenaza del tirano absoluto interior..hybris, obstinación que rompe los lazos con la plenitud compleja de la inmanencia... El dáimôn trágico devuelve su espesor a la libertad, introduciendo en el juego de la acción la misteriosa eficacia que el éthos pretende extirpar en beneficio de su propio proyecto unilateral, aunque si lograse su propósito absolutamente anularía por ello mismo su apertura a lo posible, a su tijé... lo sagrado como presencia sin palabras -sin razón- de la plenitud azarosa de la inmanencia, que el éthos siempre está a punto de ultrajar, provocando así su propia perdición. Pues el éthos tampoco es nada fuera de ese azar inmanente, impensable. Vernant: "Éthos-dáimôn, es en esa distancia donde se constituye el hombre trágico"
La singularidad, diferencia de sí (alteridad), se presenta como voluntad-hamartía-carácter y da lugar a la libertad. El dáimôn es otro modo de la voluntad (la de los dioses-inmanencia de la ciudad o la naturaleza). El problema es el salto entre esas dos voluntades (que no podrá alcanzar solución) ya que una es el reverso de la otra. Es como si éthos y dáimôn fueran las dos caras de una banda de moëbius (en realidad una sola cara) y como si la "individualidad" fuese la misma ciudad- naturaleza. Savater lo dice de un modo muy bello: el dáimôn es el espesor del éthos.
Deberíamos de tener en cuenta los diferentes planos que afectan a la cuestión de la singularidad:
1.Ontología: diferencia de sí, alteridad.
2. Epistemología: singularidad, elemento que no se repite. Problema.
3. Ética: el carácter (éthos) como elemento de voluntad.
4. Política: la individualidad.
5. Estética: el signo como elemento dinámico, genético.
6. Psicoanálisis: el síntoma, dinamismo del lenguaje y el objeto a como dinamismo del fantasma.
7. Existencia: Soledad como condición trágica de lo humano.
En cada uno de estos puntos podemos encontrar un correlato al modo de "la otra cara" de la banda de moêbius. Cuando Savater habla de individualidad nosotros entendemos que se refiere al plano político de lo que nosotros llamamos singularidad en el plano epistemológico. Y nos dice Savater que "la otra cara" del carácter (éthos) es el dáimôn o la voluntad inmanente. A partir de ahí podríamos ampliar nuestro esquema y mostrar la otra cara de los puntos anteriores.
1. La otra cara de la diferencia de sí hace a la univocidad del ser (Deleuze).
2. A la singularidad le corresponde el pensamiento ("la trama" según Ricoeur).
3. Como ya hemos visto en Savater el éthos tiene una espesura que llama el dáimôn.
4. En la individualidad la correspondencia de la otra cara es la ciudad.
5. Al signo de la estética es la señal la que avanza como resultado del dinamismo.
6. En el psicoanálisis se distingue entre síntoma y sinthoma.
7. La existencia: un-pueblo (Deleuze) es la otra cara de la soledad.
Construcción de la trama: Del éthos al dáimôn y vuelta.
Del error (lo singular) a la soledad (lo universal); siempre que sepamos construir la trama que hace inteligible el error.
el error: lo inolvidable
un pueblo: la soledad
error: singularidad: diferencia: trauma: revolución: inmemorial: síntoma...
pueblo: soledad: traición: fin: percepción: sinthoma...
el error: desdicha
un pueblo: dicha
el error: trauma
un pueblo: encore (aún)
El error: la soledad. Hacer inteligible la soledad; devolver la justicia a las cosas, dejar ser a las cosas a pesar de su soledad. Poder vivir a pesar de nuestra soledad. ¡Que nos sea perdonada nuestra soledad!. Que una vibración pueda recorrer lo intolerable de las cosas y las conmueva. Conmovernos en las cosas, que nos alcance su vibración, su sombra rabiosa, que nos alcance la risa de las cosas... que es su manera de conmoverse.
Silent Hill |
muy bien la redaccion pero no entendi que es el Tijè?
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