El pensamiento de la incompletud: El fantasma
“Consideremos solamente los términos activo y pasivo, por ejemplo, que dominan todo lo que se ha cogitado de la relación de la forma y la materia, esa relación tan fundamental a la que se refiere cada paso dado por Platón, y luego por Aristóteles, en lo que concierne a la naturaleza de las cosas. Se ve a las claras, se palpa, que estos enunciados tienen como único soporte un fantasma con el cual trataron de suplir lo que de ninguna manera puede decirse, o sea, la relación sexual.
Lo extraño es que en esta tosca polaridad que hace de la materia lo pasivo y de la forma el agente que la anima, algo se introdujo, pese a todo, aunque ambigüo, a saber, que esa animación no es otra cosa que el objeto a, cuyo agente anima ¿qué? No anima nada, toma al otro por su alma.” (Seminario 20: Aún)
La relación materia y forma a la que se refiere Lacan se halla en estrecha relación con el goce fálico correlativo del fantasma, que el autor sitúa en la posición masculina en el lado izquierdo de las fórmulas de la sexuación, en dónde “$” hace pareja con “a”. Aquí nos encontramos con la lógica de la incompletud que es la lógica del pensamiento mismo fundada sobre los términos de la totalidad y la excepción. En efecto, la lógica masculina es la de la falta, el régimen de heteronimia que como señala Bove:
“abre al corazón de la existencia humana una carencia, la de la necesidad (y del placer), sobre la que viene ilusoriamente (pero la necesidad de ello es ineluctable) a modelarse el Deseo. Cuando esta carencia-intrínseca a la constitución misma del Cuerpo orgánico- se convierte en el modelo (teórico y práctico) de la captación de nuestro Deseo (como carencia de objeto, de placer, de amor), entramos en la alienación” Más aún: “La asociación causal del afecto vivido de alegría y de un objeto exterior (como causa) nos hace entrar en la problemática del Amor, es decir, en una interpretación del Mundo”.
Es esta interpretación del mundo la que se encuentra en estrecha relación con la forma del pensamiento de la incompletud a la que Freud hace referencia en innumerables ocasiones y que explicita en una de sus últimas obras Análisis terminable e interminable, como obstáculo del fin de análisis: la roca de la castración: la relación con la falta: materia y forma de nuestro pensamiento.
En este sentido si vamos a la distinción entre juicio sintético y juicio analítico, el autor nos señala:
“Por el contrario, aunque no incluya el predicado ‘pesado’ en el concepto de cuerpo en general, dicho concepto designa un objeto de experiencia mediante una parte de ella. A esta parte puedo añadir, pues, otras partes como pertenecientes a la experiencia anterior”
Así pues, el tercero al que se refiere Kant es la experiencia, que es un enlace sintético de intuiciones. En la experiencia lo que en realidad tengo son ‘cosas’, y lo que indica la ‘cosa’ son los ‘cuerpos’, que son pensamientos sobre la ‘cosa’. El concepto de ‘cuerpo’ designa pues un objeto, y esa designación es ya en sí misma una interpretación del objeto. Decir, por tanto, que “esto es un cuerpo”, es establecer una relación posterior, de descripción de la ‘cosa’
Teniendo en cuenta que ‘cuerpo’, designa un objeto mediante una parte de la experiencia, le puedo añadir otra parte de la experiencia al concepto de cuerpo. Los juicios sintéticos son experiencias distintas de lo mismo, de la cosa: ya que ‘cuerpo’ y ‘pesado’ remiten a ‘la cosa’ de la experiencia. Así pues, el objeto X es un ‘cuerpo’, pero a la vez es pesado. El concepto de ‘cuerpo’, por tanto, es una exégesis parcial del objeto X, que viene de la experiencia, y yendo otra vez a la experiencia puedo deducir otro predicado y de este modo, puedo decir “el cuerpo es pesado”, pero en realidad no es el cuerpo el que es pesado, sino ‘la cosa’, el objeto X. El juicio sintético anuda a las palabras con las cosas, a la lógica con lo real, y a la síntesis del pensamiento con el ser. Mientras que en el juicio analítico tenemos sólo la lógica, ahora entra en juego el objeto de la experiencia. Si quiero investigar un cuerpo no puedo quedarme con un juicio analítico, sino que tengo que volver a la experiencia, en palabras del autor:
“volviendo la mirada hacia la experiencia de la que había extraído este concepto de cuerpo, encuentro que el peso va siempre unido a las mencionadas propiedades y, consiguientemente, lo añado a tal concepto cómo predicado sintético”.
Precisamente es de esta intuición de la que queremos partir y en la que nos queremos quedar, de esa X clave que es la experiencia. Si nos atenemos bien a lo que hemos explicado a través de Kant, a ese trabajo de inteligencia que él denomina como síntesis veremos que se asemeja mucho a lo que Bergson entiende por relativo, que implica un giro entorno a la cosa, procedimiento del conocimiento a través de los conceptos, en definitiva lo que el autor denomina paradójicamente Análisis que sería precisamente conocer el objeto, la realidad, la X, a través de elementos ya conocidos, es decir, comunes a ese objeto y a otros, por lo que analizar sería expresar una cosa en función de lo que no es, es decir, traducir a través de símbolos una imagen (una parte) de la cosa que a su vez es común con otras y que no le pertenece con exclusividad, estableciendo de esta forma una relación entre el objeto nuevo y otros que creemos conocer. Dichos símbolos se pueden multiplicar hasta el infinito, de ahí la relatividad, esto es, los distintos puntos de vista pero que sin embargo nos deja siempre una representación incompleta de la cosa. Podríamos decir entonces que dichos símbolos actúan como metáforas de la cosa, como Partes de un Todo siempre incompleto al que se querría llegar y que aunque hagamos un esfuerzo infinito de definición pormenorizada, esas Partes se reproducirían infinitamente sin llegar al Todo.
Se crea así lo que Lacan denomina como el Fantasma $ ◊ a, el sujeto persigue un objeto que se ha escapado de ese Todo. Dicho objeto tiene la forma de una parte del cuerpo como la describe Lacan, pero se encuentra siempre en Otro, en un lugar ocupado por otra persona, por una situación o relación en la que dicho objeto ha quedado petrificado. El sujeto busca el objeto en un proceso interminable sin darse cuenta que es él mismo el que le da nombre. Es el propio sujeto el que funciona como parte desprendida de la experiencia que se hace concepto, identidad, significante. En la búsqueda de ese objeto se teje el proceso, en donde el sujeto situado como concepto busca a la cosa de la experiencia de la que él mismo ha dado nombre. El Fantasma sería por tanto un punto de vista de esa experiencia, de esa X que nos describe Kant, pero sólo uno de los múltiples conceptos, puntos de vista que se le pueden atribuir a la cosa: ‘la cosa es un cuerpo’, ‘es pesada’, ‘es blanca’…Ahora bien, el concepto no es algo flexible ya que implica antinomias y yuxtaposiciones, se vuelve así uno y verdadero, ‘si es’ no puede ‘no ser’. Así pues, los conceptos funcionan por pares que representan los contrarios, de ahí que existan infinitas tesis y antítesis que no pueden hacer la cosa. Se produce una petrificación de la cosa en uno de sus puntos de vista dando lugar en el caso de las personas a identidades o significantes que son los que van a constituir al sujeto como sustitutos de la X.
Sigamos desarrollando la cita de Lacan. En el seminario 20 Lacan sitúa en el lado derecho, en el de la posición femenina el NO TODO, que no sería la incompletud, ya que como hemos visto, ésta se refiere a lógica de lo masculino, a la imposibilidad del pensamiento. El NO TODO remite precisamente a la imposibilidad del pensamiento de pensar lo ilimitado y por tanto es una lógica que desplaza a la falta y con ella a la castración. El psicoanalista sitúa allí un goce no localizado en el falo, pero que si embargo es un goce que necesita ser llevado a la palabra (no desde la lógica fálica).
En este punto nos surge la siguiente pregunta ¿qué ha ocurrido con la conceptualización de la castración? Parecería ser que de la falta hemos pasado al exceso. Sin duda esta posición del NO TODO, una relación con el cuerpo distinta de la lógica fálica, que necesita ser llevada a la palabra a través de un giro distinto en el pensamiento. Es una lógica del pensamiento violentado, el de la escritura. Dicha lógica crea una ruptura la de la materia y la forma, ruptura del pensamiento, algo que como nos señala Deleuze se plasma muy bien en los mosaicos del arte Bizantino:
“Los bizantinos dan un enorme golpe de fuerza. Privilegian el segundo plano: toda la figura, toda la imagen va a salir de él. Pero en ese momento como por azar, la forma de la figura o de la imagen no es ya forma-contorno como lo era para la escultura griega. Sin embargo hay un límite y contornos; pero no es ya lo que actúa, no es por eso que actúa la obra. Contrariamente al estatuario griego, donde el contorno capta la luz, para el mosaico bizantino se trata de la luz-color. Es decir, lo que define lo que marca los límites no es la forma-contorno, sino la pareja luz-color: la figura prosigue hasta donde va la luz que ella capta o emite, y hasta donde va el color del que está compuesta” (…) “En otros términos, no hay un contorno de la figura, hay una expansión de la luz-color. La figura irá hasta donde actúa por luz y por color”
La lógica de las identidades que se halla en estrecha relación con la posición masculina se ve continuamente rechazada por el NO TODO que está del lado de la diferencia. Como hemos visto el goce rechaza continuamente las identidades ¿por qué entonces seguir con la lógica de las identidades para el goce? Distanciándonos de la lógica de la castración la falta y acercándonos a las últimas conceptualizaciones lacanianas del NO TODO y el Sinthome, formas de pensar la diferencia, de abrir el pensamiento. Pensar la Diferencia, el goce, como lo ilimitado, es pensar en ese “real imposible” en continuo movimiento no bajo la forma de la duración, y por tanto de la sustancia (identidad última) sino bajo la de los espacios y el tránsito: los modos. La repetición como diferencia expresa la infinitud del tránsito a los espacios a través de la línea abstracta: las formas de la exterioridad. La escritura no es identidad de la sustancia, identificación a un real imposible que hay que nombrar, sino que se expresa en una infinidad de formas cuya potencia es la repetición misma.
El adjetivo óptico
La pintura hace la línea abstracta, el cine imagenes justas, la literatura hace el adjetivo óptico, ahora toca el turno al psicoanálisis. El escritor Alain Robbe-Grillet publicó su "manifiesto" lla- mado "Por una nueva novela". Muestra cómo la cultura añade a las cosas el sentido metafísico y psicológico, moral, para tranquilizar, podríamos decir nosotros para nuestro confort:
A veces el camuflaje es completo: un gesto se borra de nuestra mente en provecho de las supuestas emociones que le habrían dado nacimiento, retenemos que un paisaje es "austero" o "calmo" sin poder citar ninguna línea suya, ninguno de sus elementos principales.Así nos habla de"adjetivos animistas o domésticos". Se queja Robbe-Grillet de que los objetos y los gestos que servían de soporte a la trama desaparecían para quedar únicamente la significación. Mientras que en la nueva novela "se ve la silla" y la significación es dada por añadidura, incluso está de más... lo que queda son los gestos, los objetos, los desplazamientos, los contornos a los cuales la imagen ha restituido su realidad. Se trata de rescatar el carácter inhabitual del mundo que nos rodea en la medida en que ese mundo rechaza plegarse a nuestros hábitos de aprehensión y a nuestro orden. Los objetos perderán poco a poco su inconstancia y sus secretos, su falso misterio, esa interioridad, ahora se va a tratar de la materia de exterioridad y no de la profundidad metafísica, ya no se va a tratar del misterio de los objetos que no es más que un reflejo de la profundidad del sujeto/amo que busca imponer un orden a las cosas mostrando que es un orden eterno cuando solo es un orden que beneficia su goce vacío de amo que no consiste en nada, solo en que le llamen amo y le consideren así, una vulgar creencia en su omnipotencia infantil. Fin del relato que muestra "el corazón romántico de las cosas". Y también fin del "personaje" fin del "héroe", desheroización en la literatura, despersonalización en favor de otra mirada, de otra imagen. Destitución de los viejos mitos de la "profundidad", solo queda la exterioridad.
Robbe-Grilled:
Fin de la palabra de carácter visceral, analógica o mágica... ya solo el adjetivo óptico, descriptivo...Efectivamente ya no se trata de una figura óptica-táctil como en Platón regida por su contorno sino de un límite de la figura que sea dinámico (el adjetivo óptico, la línea abstracta), ahora todo es cuerpo que llega hasta donde llega su potencia... ahora las imágenes serán ópticas sin referencia táctil (más bien diría geométrica). La luz explora las sombras, la sombra forma parte de la luz, más profundamente que el espacio hay espacialización o sea apertura de la vida, tonalidad, emergencia de las cosas en su exterioridad, un mundo sin profundidad (metafísica) una exterioridad-luz (óptica) para un cuerpo sin sujeto (héroe/amo) , despersonalizado...
No hay comentarios:
Publicar un comentario