Nos acercamos a páginas como Hipertextualidades o la de Jose Luis Molinuevo. La primera está en relación con Derrida y el segundo con Bachelard. Es natural porque andamos buscando una imagen, pero ¿qué tipo de imagen? Cuando Deleuze crea las imágenes-tiempo dice que son el tiempo en persona. O sea que es una imagen muy especial porque tiene características ontológicas. Nosotros decimos de buscar una imagen-pulsión de muerte y lo que queremos es que sea la pulsión de muerte en persona. O sea que tenga un estatuto ontológico y no meramente epistemológico.
El primer problema pues es que la imagen sea ontológica. El segundo problema es que esa imagen nos interesa que sea un útil, que se pueda usar al modo en que es un útil el falo o el nombre-del-padre aunque tenga características distintas o sirva para otras cosas por ejemplo la creación (lo nuevo).
El tercer problema es diferenciar la imagen-pulsión de muerte de la imagen-escena del doble, o sea de la imagen-virtual. Tenemos muchas imágenes del doble, aparecen en el cine, imágenes-cristal, imágenes-olvido. Pero la imagen-pulsión de muerte tiene otras características. Para llegar a la imagen-pulsión es necesario pasar por la imagen del doble o imagen-cristal, es la dinámica del diagrama. Pero se trata de que el final del trabajo del diagrama dé un salto a otro tipo de imágenes. Tal vez nos sirva la expresión imágenes-problemas que es el estatuto de la idea en Kant. ¿Se puede crear una imagen-problema? ¿Se puede crear una imagen del instinto de muerte? Los ejemplos que nos ofrece Deleuze son muy reducidos, por ejemplo en Diferencia y Repetición nos da tres: Crack-up de Fitzgerald , La bestia humana de Zola, Bajo el Volcán de Lowri. Luego dejó alguna referencia como el grito de Lulu al final de la ópera de Alban Berg. Pero son ejemplos de imágenes-instinto de muerte.
El cuarto problema es que hemos descubierto que la imagen-instinto de muerte tiene dos caras, por ahora lo decimos así, una cara-desdicha y otra cara-humor y la dificultad estriba en cómo mostrar las dos a la vez.
El quinto problema con el que nos hemos encontrado es el de la maquínica para acceder a la imagen-instinto de muerte, es más bien un problema con el diagrama o la imagen-doble o imagen-cristal. La maquínica de la que se trata es la desexualización. ¿La cultura desexualiza? ¿Por qué es necesario, entonces, que desexualice el perverso? ¿Qué son esas escenas “edípicas” de castigo? ¿Qué estatuto tiene el humor en las escenas perversas? A veces desexualizar aparece como demasiado separado de la resexualización cuando en realidad son las dos caras del mismo proceso.
El sexto problema es el del sujeto. Quién es el sujeto transcendental. El principio transcendental del instinto de muerte tiene por sujeto el Yo fisurado en Deleuze. Corresponde al sujeto Kantiano. Nosotros intentamos rescatar el Yo freudiano de la segunda tópica, un Yo que mira a lo real y no el Yo de la primera tópica que se mira en el espejo narcisista. Finalmente hacemos una componenda de esos dos Yo, narcisita y Superyoico (tal vez entre los dos hacen la fisura), para igualarlo al Yo fisurado de Deleuze. Al llegar a este punto nos aparecen dentro de nuestras imágenes-dobles particulares (el Minotauro, la Señora del laberinto) el tema nuevo del arrebato y la posesión que tal vez sean modalidades del goce que aún no habíamos tenido en cuenta. Tal vez sea una presentación del goce del Yo, de la locura del Yo; es como si el Yo presintiese la desaparición del Otro de la identidad y buscase el goce. Tal vez sea que en esa fisura en la cual enloquece el tiempo, también enloquece la pulsión de muerte y llega así a dar el grito-imagen como el del perro que va a morir en el relato del personaje masculino en la película Posesión de Zulawski.
Pero el sujeto es el tiempo, el problema, el instinto, ¿Quién es ese Yo? Tal vez al igual que había que diferenciar las imágenes-cristal de las imágenes-instinto de muerte, también hay que diferenciar el sujeto de las imágenes-cristal que sería ese Yo-fisurado, diferenciarlo del sujeto de la imagen-instinto de muerte que sería el cuerpo (en el caso del psicoanálisis) y entonces habría que ver qué estatuto darle a ese cuerpo. Desde luego corresponde a lo que hemos llamado el apensamiento pero aún no lo hemos explicitado. Visto así tendríamos que diferenciar el arrebato de la posesión. El arrebato no en el sentido que lo piensa el psicoanálisis ni la mística. El arrebato sería del Yo-fisurado, no del sujeto transcendental o el cuerpo. La posesión sin embargo introduce al Otro dentro de esta temática. En el caso de que sea una posesión sin el Otro entonces estamos también en el Yo-fisurado. Tenemos que pasar por el Yo-fisurado (sujeto del diagrama) para alcanzar la línea abstracta o sea el instinto de muerte (¿Cómo imagen?), el grito (del cuerpo) cuyo sujeto sería propiamente transcendental. El tiempo, el cuerpo (pero un cuerpo anterior al cuerpo como imagen), tal vez el cuerpo del laleo, del tartamudeo, del bizqueo, aunque ese sería aún un cuerpo del Yo-fisura, del doble; más bien habría que encontrar el cuerpo del grito del perro antes de morir ("Cuando era niño, ¿has visto morir alguno de esos perros viejos que van a morir bajo las escaleras de su casa? En el último momento dan un aullido de temor como si hubiesen visto algo real") el cuerpo del instinto de muerte (aunque solo escribirlo se le hiela a uno la sangre), el appensamiento.
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