El yo es un fetiche. El yo es un Nombre del Padre. El yo es un reservorio de libido desexualizada. ¿Qué es el Nombre del Padre?: una imagen, un traje, cuando estoy en una situación sin salida me tengo que poner ese traje, acudir a esa imagen; cuando estoy en peligro (Benjamin) se busca esa imagen, ese traje, esa palabra que me permita salir de la situación o resolverla. Los perversos fetichistas nos enseñaron que el Nombre del Padre podría ser un objeto de la realidad diegética del sujeto: unas medias de señora, dinero, la tarjeta de crédito. Estos objetos son también Nombres del padre. Hubo Nombres del Padre famosos como por ejemplo: "tengo temor de Dios" o "también esto pasará" o "dios proveerá" o "el señor me lo dio y el señor me lo quitó", etc.
Freud nos enseñó que el yo es un objeto, la materia de la que está hecho es de objetos queridos que han sido abandonados ; cuando se abandona un objeto querido se desexualiza y las cargas amorosas que se habían puesto en ese objeto vuelven a una instancia que llamamos yo o sea que los objetos abandonados se doblan y a eso llamamos narcisismo. Entonces al igual que hace el fetichista podríamos hablar de un fetichismo generalizado, cada uno con su doble-narcisista, con su Nombre del Padre fetiche.
El yo está hecho de asombro, de pérdidas, de caídas, y sobre todo del abandono del Otro (en el doble sentido del genitivo). El yo es nuestro cuerpo que ya no tiene par, no tiene Otro, nuestra vida-fuerza. El yo no es un sujeto, es un abstracto, un Polichinela, un maestro de ceremonias. Está hecho de frío, es un cuerpo frío que no para de reírse de si mismo y de la Comedia Humana.
Cuando el yo pide que le peguen ,o sea que le devuelvan la energía puesta en el Otro, vive su triunfo, gana en energía-fuerza. El yo gana con cada pérdida porque está hecho de pérdidas.
El yo es el comienzo del appensamiento, el comienzo del acontecimiento de cuerpo. Está hecho de todo aquello que hemos querido tanto y tuvimos que abandonar, está hecho de la imposibilidad de vivir, está hecho de las mentiras del Otro, de los desamores, de las caídas, de los golpes que nos dio el Otro, el yo surgió cuando el Otro insistió tanto que ya no le podíamos querer porque descubrimos su acefalia.
El yo está hecho de retazos, es un arlequín mareado, solo sabe reírse. Fetichismo generalizado, mundo de dobles, sombras del Minotauro ( Picasso).
Martxel Mariskal lo dice de otra forma:
Primero te enamoras de alguna vecina, después de alguna presentadora televisiva y, finalmente, te enamoras de una de las chicas de clase. Entonces, en tu interior, ella se va convirtiendo poco a poco en todas las madres de los desaparecidos de las dictaduras, y en la conciencia de todas las prostitutas esclavizadas y en el corazón de todas las menores del Tercer Mundo obligadas a vender sus cuerpos a occidentales aficionados al estrupo, y en la falda-escocesa de todas las adolescentes de los institutos de monjas, se va convirtiendo en la vagina del mundo salvaje que se está abriendo ante tus ojos, y en los brazos de algodón quemado junto a las hojas de afeitar, en la pelota irrecuperable en el tejado, en el pie atrapado en las vías del tren, en la mayorette de raquíticas piernas del Tremendo Desfile de la Vida, en el espejo roto de la nostalgia eterna y, el amor, entonces, llega a dolerte de tal manera que quisieras no amar. ( Del libro Me llamo Ezequiel y así será siempre).
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