Una presencia bruta.
Gilles Deleuze en su libro Diferencia y Repetición plantea el problema de la Idea en Platón:
La Idea no es aún un concepto de objeto que somete el mundo a las exigencias de la representación, sino más bien una presencia bruta que no puede ser evocada en el mundo más que en función de lo que no es "representable" en las cosas. Por tal razón, la Idea no ha optado aún por relacionar la diferencia con la identidad de un concepto en general; no ha renunciado a encontrar un concepto puro, un concepto propio de la diferencia en tanto tal. (pag.105)
La cosa misma.
Nos preguntamos qué es esta "presencia bruta". Es el filósofo G. Agamben quien continúa el problema acudiendo a la carta séptima de Platón en la que habla de "la cosa misma". Veamos cómo explica Agamben qué es "la cosa misma". Se trata de la Carta Séptima de Platón. Se trata en la citada carta de distinguir en los entes: 1. el nombre, 2. el discurso (lógos), 3. la imagen (eídolon), 4. la ciencia (noûs), 5. aquello mismo que es conocible y que es verdaderamente. En el punto 5 se trata de la cosa misma, la cosa del pensamiento.Aclara Agamben:
La cosa misma... no es, en efecto, otra cosa sino la misma cosa, aunque ya no supuesta al nombre y al lógos, como un oscuro presupuesto real, sino en el medio mismo de su cognoscibilidad, en la pura luz de su revelarse y anunciarse al conocimiento.
Nos quedamos con el término "revelarse" de la misma cosa. ¿En qué consiste? Agamben expone su tesis:
El lenguaje su-pone y esconde aquello que lleva la luz en el acto mismo en que lo lleva a la luz.
Claro, la distinción es entre ón y poîon, entre el ser y su cualificación. El lenguaje es decir algo-sobre-algo. Y aquí llega la conclusión de Agamben:
La admonición que Platón confía a la idea es, entonces, que la decibilidad misma permanece no dicha en aquello que se dice de aquello sobre lo cual se dice, que la cognoscibilidad misma se pierde en aquello que se conoce de aquello que es para conocer.
Es asombrosa la coincidencia con el decir de Lacan en su texto El atolondradichos:
Que se diga queda olvidado tras lo que se dice en lo que se escucha.Tanto Lacan como Agamben hablan de una eficacia del lenguaje como creación, revelación, y también Deleuze en su obra Cine 2: La imagen-tiempo en sus últimos capítulos acude a la teoría lingüística de los "actos de habla" en busca de la solución al "o creo o me ahogo", se trataría de encontrar una nueva palabra que nos permita vivir.
Una lengua alegremente celebrada.
«El hombre se comunica en el lenguaje, no por el lenguaje» (Benjamin)
Ángelus novus |
Pasamos a mostrar el punto 5 de sus celebres tesis Sobre el concepto de la historia:
La verdadera imagen del pasado transcurre rápidamente. Al pasado sólo puede retenérsele en cuanto imagen que relampaguea, para nunca más ser vista, en el instante de su cognoscibilidad. «La verdad no se nos escapará»; esta frase, que procede de Gottfried Keller, designa el lugar preciso en que el materialismo histórico atraviesa la imagen del pasado que amenaza desaparecer con cada presente que no se reconozca mentado en ella.
Hasta aquí pensamos la "presencia bruta", "la cosa misma", "la decibilidad" y ahora "el instante de su cognoscibilidad". ¿Qué instante es ese?. Benjamin utiliza un elemento de la teología judía: la redención. Se trata del encuentro del pasado revolucionario, el pasado en donde ocurrió lo nuevo, y el presente. Y ese encuentro se producirá "...en el lenguaje, no por el lenguaje".
Para Benjamin la historia está escrita por los triunfadores se trataría de" pasar", dice, "el cepillo a contrapelo". Volver al instante anterior, el instante de su cognoscibilidad, el instante anterior de la revolución, a la Inmaculada Concepción (Deleuze); el cuadro de "Susana y los viejos" nos muestra el instante anterior:
Susana y los viejos (El Guercino) |
El pasado lleva un índice oculto que no deja de remitirlo a la redención... un secreto compromiso de encuentro... éramos esperados sobre la tierra.
Susana y los viejos (Guido Reni) |
Lo primero que tenemos que tener en cuenta es la diferencia entre "nombre" y "discurso". Los nombres solamente nos pueden ser dados, tráditi; el discurso, en cambio, es objeto de un ars. O sea los nombres nos son transmitidos (historia), son la gramática, el abecedario. Dice Benjamin en El significado del lenguaje en el "Trauerspiel" y en la tragedia que hay una quiebra en el lenguaje: el decaer de la palabra (Wort) desde su "pura vida sentimental" donde ella es "puro sonido del sentimiento", en la esfera del significado (Bedeutung).
Antes de continuar con la exposición de Agamben queríamos dejar reseñadas algunas cuestiones. En concreto referir el texto que estamos mostrando con algunas cuestiones tratadas en la enseñanza del psicoanalista J. Lacan. En su Seminario 23: El sinthome hace una larga referencia a la cuestión de la nominación en la Biblia, diferencia la forma de nominación de Adan y de Eva (siguiendo un texto literario de M. Twain llamado La historia de Adan y Eva). La nominación adánica también está presente en Benjamin.
La segunda cuestión es que la "pura vida sentimental de la palabra" también está cada vez más presente en Lacan. En la última presentación de su pensamiento la palabra "resuena en el cuerpo", la palabra tiene relación con el goce, es un medio de goce. Y la interpretación del analista se asemeja al canturreo buscando el resonar en el cuerpo.
También para Benjamin hay una caida desde la palabra-sentimiento (historia, nombres) a la palabra-discurso y se trataría de buscar la redención de la palabra-discurso en su encuentro con la palabra-sentimiento.
Benjamin habla de una lengua pura o lengua de los nombres y dice que la historia está en lugar de los nombres (palabra-sentimiento).
Benjamin: El nombre, como"la más íntima esencia del lenguaje mismo" es aquello "a través de lo cual no se comunica nada, y en lo cual la lengua se comunica a sí misma absolutamente.
La tarea del filósofo como la del traductor es la de encontrar una "palabra sin expresión" que se ha librado del peso y de la extrañeza del sentido. En esta pura lengua, que ya no quiere decir nada y ya no expresa nada sino que como palabra sin expresión y creadora es lo mentado común a todas las lenguas.
La idea de la lengua (Benjamin)
Escribe Valéry:
La esencia de la prosa es perecer, esto es, ser comprendida, esto es, ser disuelta, destruida sin retorno, enteramente sustituida por la imagen o por el impulso.Y ahora referido a la Idea platónica presentamos un fragmento de Benjamin en donde muestra su pensamiento respecto a lo que hasta ahora habíamos escrito de "la presencia bruta" y "la cosa misma":
Las ideas son algo lingüístico y precisamente en la esencia de la palabra, cada vez que se da ese momento en que ella es símbolo. En la percepción empírica, en la cual las palabras se han descompuesto, es inherente a ellas, junto al aspecto simbólico más o menos escondido, un significado profano manifiesto. Es asunto de los filósofos restaurar, a través de la exposición, la primacía del carácter simbólico de la palabra, en el cual la idea llega al autoentendimiento, que es lo contrario de toda comunicación directa hacia el exterior... En la contemplación filosófica la idea se desanuda desde lo más íntimo de la realidad, como la palabra que pretende de nuevo su poder nominante.El puro poder nominante, el estatuto de los nombres, el estatuto de las ideas. Como decíamos antes con Valéry la esencia de la prosa es perecer enteramente sustituida por la imagen o por el impulso. Y son estos dos términos que subrayamos los que componen el instinto de muerte cuyo concepto intentamos construir: imagen e impulso.